martes, 15 de febrero de 2011

EL EJÉRCITO

Tal vez algunos hayamos pecado de ingénuos al atribuir a los movimientos democráticos espontáneos que, antes de salir a la calle para mostrar al mundo sus reivindicaciones, se comunicaron y coordinaron a través de Internet, el éxito provisional de sus movilizaciones.

Puede que sea una visión excesivamente romántica de unos hechos que solo hemos conocido a través de la televisión, de los periódicos, y de las redes sociales, pero atribuir al ejército, como hace Doménech hoy en un artículo de 'Levante', la condición de árbitro único y protagonista de la situación, es una visión demasiado unívoca que, en mi opinión, no se corresponde con lo que parece que ha sucedido y está sucediendo, no solo en los países árabes mas próximos, sino en Irán.

Es cierto que la imagen de los tanques del ejército egipcio ocupando las plazas urbanas puede dar esa impresión, pero lo cierto es que salieron porque un movimiento democrático espontáneo les forzó a hacerlo. También vemos que esos mismos tanques han despejado las calles y han enviado a los manifestantes de vuelta al trabajo, pero esas imágenes no recogen las llamadas telefónicas que se han cruzado estos días entre los responsables del orden en Egipto, y los responsables del orden mundial.

El arbitraje militar de la situación en Egipto no es independiente del arbitraje que sin ninguna duda han ejercido los poderosos del mundo desde sus influyentes teléfonos. Así, los auténticos protagonistas de la situación, en mi opinión, han sido Internet y la Telefonía Internacional, móvil o fija, sin cuya mediación Mubarak no se habría ido de veraneo.

Los tanques han estado en la puesta en escena, pero los ejércitos, ni siquiera el tunecino, con la actitud de un general que se negó a cumpliar laas órdenes represivas de Ben Alí, según nos cuentan, ni el egipcio, que hasta que salió Mubarak del poder era la cantera que proporcionaba los sucesivos presidentes, parece que vayan a asumir un protagonismo como el que Doménech describe, salvo en su papel de garantes de la calma en las calles hasta que los políticos opositores se organicen.

El ejército es un actor de la situación, el mas visible, pero convertirlo en actor único, como si fuera un monologuista en una obra de un solo personaje, parece una simplificación excesiva. La comunidad internacional, los políticos de la oposición, las fuerzas democráticas que se han manifestado, son los personajes mínimos para esa representación.

Internet y los móviles de Obama, Nethanyaju, y del Sindicato para el mantenimiento del estate quieto en la zona, encabezado por el Rey de Arabia Saudí, son las infraestructuras electrónicas que han permitido las frenéticas comunicaciones que, sin duda, han tratado de influir en el conflicto.

Creo que el papel del Ejército en el desenlace de la llamada transición egipcia, que Villacañas percibe en su análisis, es solo uno de los elementos implicados en una situación bastante complicada. Estoy mas en la posición de la columna de Vicent del domingo en El País, nadie tiene ni puta idea de lo que ha sucedido realmente, mucho menos de lo que vaya a suceder, pero sostengo que poner el foco únicamente en el Ejercito, solo uno de los factores en juego, es un error de óptica.

Los españoles tendemos a extrapolar nuestra experiencia histórica, a otros sucesos y países. Los que tenemos una cierta edad no olvidamos que el Ejército fue aquí un poder fáctico que mantuvo un régimen autoritario durante cuarenta años, y aún después, cuando ya la democracia formal había arrancado, estuvo a punto de desbaratarla un descerebrado como Tejero, que los tanques estuvieron en un tris de salir a la calle, en Valencia salieron, y hasta que Narcís Serra, con su infinita habilidad y paciencia, y nuestra pertenencia a la Unión europea, no consiguieron auyentar el fantasma del viejo poder fáctico, orientar el Ejército hacia las tareas propias de una organización de profesionales cuya dedicación nada tiene que ver con el orden interno, no quedó claro que vivimos en una democracia no tutelada por el
ejército.

El ejército egipcio, en su conjunto, a juzgar por lo que conocemos, tiene un cierto prestigio entre los ciudadanos, que tiene su origen en el derrocamiento de la monarquía de Faruk, la política nacionalista de Nasser, la Guerra de los seis días, en los tratados de paz posteriores con el Estado de Israel.

El episodio violento que sucedió, en la época de Anuar el Sadat, fue un golpe entre generales, no una agresión al pueblo. Nunca en la historia reciente de Egipto, el ejército ha jugado el papel de represor de la población. Otra cosa es que Mubarak, el oficial que se impuso tras el asesinato de el Sadat, haya llevado al país a la situación que ha generado, por el contagio con Túnez, una revolución democrática. Pero los egipcios han distinguido claramente entre Mubarak, identificado como corrupto, y la institución del Ejército como garante de una posible transición democrática.

Ya quisieramos, los españoles, haber tenido, en su momento, un Ejército como el egipcio. Que se sepa, esa institución, allí, no dictó Consejos de Guerra dejando a su paso un rastro de cadáveres civiles que se cuentan por centenares de miles.

El respeto de los egipcios por su Ejército como institución garante de los derechos del pueblo, la separación que hacen al valorar el régimen corrupto de Mubarak, de la institución de la que formaba parte, indica que la influencia del Ejército en el proceso de transición, mientras se muestre respetuoso con la integridad física y democrática de quienes aspiran a un régimen de libertades, será un factor esencial, pero no el único, ni siquiera el mas importante.

En cualquier caso, todo eso está por ver, porque, según Vicent, no sabemos nada, así que todo esto son meras especulaciones, escritas un día antes de su publicación, porque mañana estaré liado con administradores y notarios.

En fin. El Ejército.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 16-02-11.

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