Vivo y escribo en la Comunidad Valenciana a la que acostumbro a llamar Heliópolis. Por razones de residencia y entorno informativo y político, la palabra corrupción y el sujeto corrupto aparecen en las páginas del Blog, desde hace años, sin que hasta hoy haya dedicado mi atención a verla desde un punto de vista mas antropológico, menos esclavo de la actualidad. Eso es precisamente lo que me propongo hacer hoy.
El sujeto corrupto, no cuando es objeto de presunciones, sino cuando su corrupción ha sido objeto de condena judicial, siempre es presentado por los medios como un delincuente, a la entrada o salida de los juzgados, y uno lo imagina esposado, con la espalda encorvada por el peso de la culpa y con toda su humanidad impregnada por la metástasis de la corrupción.
La cosa no es tan simple, la naturaleza humana es tan compleja, tan diversa, que podemos suponer que una actitud tramposa, ventajista, corrupta, solo es una parte de la naturaleza del corrupto.
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A partir de este reconocimiento, podemos identificar sujetos corruptos con un gran sentido del humor. Corruptos con un trato encantador, no solo hacia sus superiores, sino hacia sus inferiores. Corruptos con un gran sentido de la amistad. Otros con un entrañable afecto por sus familiares, que columpian a sus nietos en los parques en sus horas libres, mientras en el horario de despacho practican sus felonías administrativas.
Podemos imaginar que muchos de los que adoptan actitudes corruptas, no lo hacen solo por sus objetivos de logro y codicia, sino porque, en realidad, buscan activamente la felicidad, ese estado perfecto que en ocasiones alcanza el tipo trapacero al que nunca se pilló, el que quedó impune.
Otra variedad de corrupto tal vez juegue esa carta por su afición a las mujeres. Berlusconi sería ahora mismo un paradigma extremo de esa actitud, pues se dedica a la compra de diputados para salir políticamente indemne de los impedimentos judiciales que tratan de molestar su continuidad en el paraíso de las huries en el que le gusta vivir. Finalmente, seguro que está el corrupto que no es consciente de sus actos. ¿Yo, corrupto?, serán las leyes que están mal hechas, o mi secretario que no ha sabido interpretarlas. Esas cosas.
Ya se ve que la corrupción no es una actitud que marca con su presencia una especie de personalidad unívoca, sino que viene acompañada de muchas cosas. Así, la corrupción en el sujeto corrupto convive, o puede convivir, con el humor, con el buen carácter de un sujeto encantador, con un profundo sentido de la amistad, del afecto familiar, con la búsqueda activa de la felicidad, con la debilidad del mujeriego por el sexo, también con un profundo sentido religioso, o con la cara dura.
Visto así el corrupto, humanizada su figura con la diversidad que suele acompañar toda actividad humana, uno se pregunta, ¿que siente ante la corrupción el ciudadano que es agredido, en tanto que partícipe de la cosa común, por las actitudes mafiosas y corruptas, por las trapacerías de esos sujetos que no son solo corruptos?
El mensaje de la corrupción, al ciudadano de a pie, no le produce en absoluto felicidad, no estimula su sentido del humor, no percibe el encanto del sujeto corrupto encantador puesto que, normalmente, no lo trata de cerca, tampoco es consciente de sus capacidades afectivas familiares, ni de sus debilidades ni convicciones, está alejado de todas esas peculiaridades de su personalidad porque la vida pública solo muestra un lado muy limitado de las personas que la ejercen.
Esa limitación hace que muchos reaccionen ante un caso de corrupción con demasiada simplicidad. Ese tipo es un chorizo. No, oiga, esos tipos suelen ser unos chorizos, y algo mas.
Es oportuno hacer este ejercicio de reflexión, porque es probable que veamos condenado en los tribunales por una cuestión que dicen que es menor, nada menos que al Presidente de la Generalitat de Heliópolis, nuestro mas alto cargo representativo. Si tal cosa sucediera, no sería justo despachar el asunto con un simple--Este tío es un chorizo--sin antes dedicarle a esta cuestión un detenido debate que incluya, por ejemplo, el clima político y social que favorece la corrupción, pero ese es otro tema.
En fin. Teoría del Corrupto.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 20-02-11.
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