Me sorprende que la página 'DESEQUILIBRIOS' que incorporé al Blog, en su sección de Teatro, el pasado 18 de Enero, siga recibiendo, desde entonces, el mayor número de visitas entre el mas de un millar de entradas que están a disposición de los usuarios. Ignoro si esto se debe al morbo del episodio psicótico que conté, en primera persona, no se si de un modo jocoso, o con cierto distanciamiento, o a los otros contenidos de la página. Lo cierto es que, transcurrido casi un mes desde la publicación de esa entrada, sigue siendo la número uno en el ranking de visitas.
En atención a los muchos usuarios que se han acercado al Blog, movidos por la curiosidad que ha estimulado esa entrada, vuelvo sobre el tema, pero con otro enfoque.
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Entender cabalmente la noción de desequilibrio exige, primero, investigar que es el equilibrio, cosa que no hice en la página citada. Si será importante esto del equilibrio que mi viejo Espasa le dedica columna y media, aunque me voy a limitar a transcribir dos definiciones, que me parecen suficientes.
'Ecuanimidad, mesura, sensatez en los actos y juicios'. A la luz de esta definición de equilibrio, me parece oportuno puntualizar que en el episodio psicótico que sufrí cuando tenía veintisiete años, que a punto estuvo de dar con mis huesos en el limbo de la incapacidad permanente para la actividad laboral, mis actos y juicios no fueron un modelo de ecuanimidad, mesura o sensatez, por lo que me parece acertado el término desequilibrio para nombrarlos.
Cuarenta años es tiempo suficiente para acercarse a aquel episodio con distancia, pero no suficiente para olvidar su dramatismo, ni el hecho de que no hubiera salido de él sin la decidida ayuda de mi mujer, mi médico de entonces, y mis amigos, entre ellos, Miguel. Nunca olvidaré que Miguel me acompañó del brazo, cuando yo apenas podía caminar y no podía tomar apuntes, porque las manos me temblaban, a la facultad donde ambos cursábamos una carrera universitaria a una edad algo tardía, dándome así un necesario empujón para que volviera enseguida a la normalidad, después de la turbulenta experiencia por la que acababa de pasar.
Pero el concepto de equilibrio rebasa, con mucho, su utilidad para nombrar las vicisitudes personales, y nos ayuda a entender, también, el estado del mundo que nos rodea. Con ese fin he espigado en el diccionario su segunda definición.
'Estado de un cuerpo cuando encontradas fuerzas que obran en el se compensan destruyéndose mutuamente'. Que bestias y exagerados son, a veces, nuestros enciclopedistas. Decir que las fuerzas generadoras de una situación de equilibrio se destruyen en ese proceso me parece exagerado. Yo percibo que sus efectos se anulan, de modo que no predomina una de ellas sobre las demás. Lo que me parece interesante de esta definición es la noción de fuerzas, que emplearé en esta pagina al referirme a otros equilibrios, siguiendo los conceptos que aprendí en un libro de Sampedro, ya muy anticuado, 'Las Fuerzas Económicas de Nuestro Tiempo'.
En aquel libro, en rústica, no muy gordo, Sampedro enunciaba una teoría sobre la convergencia de los sistemas, hoy obsoleta, pues se refería a capitalismo y socialismo, y ya sabemos todos lo que ha pasado en la realidad, pero también identificaba las fuerzas que, en su opinión, mueven la economía, entre ellas la demografía y la aceleración técnica, que me parecen de una rabiosa actualidad.
Tenemos un ejemplo de una actualidad impactante en el que la demografía y la aceleración técnica no solo influyen en la economía, también, en la política y, por tanto en nuestra vida cotidiana. Esas dos fuerzas están en el origen del desbordamiento del régimen de Mubarak, pues la población joven constituye una abrumadora mayoría de sus ciudadanos, y la aceleración técnica, con Internet como una de sus manifestaciones mas influyentes ha permitido expresarse, coordinarse y organizarse a ese segmento de la población, motor de la revolución egipcia.
Ambas fuerzas conjugadas han roto el equilibrio del estático régimen de Mubarak, que a su vez estaba ya aquejado por otro desequilibrio interno. La codicia de algunos miembros de una comunidad puede sostenerse en el tiempo, en perjuicio de otros, siempre qua haya un cierto equilibrio entre esa rapiña y un cierto grado de responsabilidad social de los codiciosos, para que la comunidad no se rompa.
Esto es así desde los tiempos del Neolítico, en que algunos miembros de la tribu robaban gallinas, pero no hasta el extremo de poner en peligro la supervivencia de todos los demás. En épocas de abundancia, esa actitud de rapiña es menos visible
por los miembros de la tribu perjudicados porque, descontadas las trincadas por los listos, siguen habiendo gallinas para todos.
La cosa cambia en épocas de notoria escasez. Ignoro si es fiable la cifra que han dado a conocer algunos medios sobre la fortuna personal y familiar de Hosny Mubarak, pero 70.000 millones de Euros atesorados en treinta años, es algo mas de los 2.000 millones de dólares anuales con los que se dice que ha contribuido la administración USA al sostenimiento de su régimen, por lo que hay que suponer que Mubarak se ha comportado como un robagallinas, sin respetar el equilibrio entre su codicia, y su responsabilidad social como dictador de su país.
También los dictadores están sujetos a responsabilidad social, para mantener un equilibrio entre su rapiña y las necesidades de sus pueblos y cuando no la observan, si además se dan otras determinadas condiciones, como la presencia de fuerzas demográficas y avances tecnológicos, están acabados.
Mubarak parece estar acabado, la revolución de los egipcios parece no tener vuelta atrás, ¿porqué no se va?. Estados Unidos presiona para que se vaya. Sin embargo, parece que hay otros actores que presionan en la dirección contraria. (A menos que haya dicho que no se va, para irse sin pagar).
Es probable que un Sindicato constituído por las satrapías de la zona, presidido por
el Rey de Arabia Saudí y los demás sátrapas de los países vecinos, acojonados por lo que pueda suceder en sus países si cae Mubarak, con la adhesión del Estado de Israel que no quiere cambios, hayan intentado, hasta ayer, sostener a Mubarak en equilibrio inestable, en la cuerda floja en la que vacila el régimen egipcio desde que comenzaron a manifestarse en la calle todos aquellos a quienes se han robado todas las gallinas, sin dejarles siquiera los huevos, la esperanza de obtener una nueva generación de polluelos.
Mubarak está acabado. La resistencia a ultranza del Sindicato de sátrapas que está detrás de su renuencia a abandonar el poder, si continúa, solo endurecerá y hará mas sangriento el conflicto. Mientras tanto, produce vergüenza ajena la actitud y las declaraciones de los diplomáticos occidentales, especialmente de los nuestros, con una cobardía disfrazada de prudencia en la defensa del pueblo egipcio, que ya hemos visto otras veces en otros conflictos, propios y ajenos.
El equilibrio se ha roto en Egipto. Lo ha roto el propio Mubarak con su inmovilismo.
Ahora, después del conflicto, habrá que reconstruirlo, sobre nuevas bases. Las fuerzas que han contribuido a esa ruptura han sido la demografía y los avances tecnológicos, pero esas fuerzas han operado sobre el régimen de un robagallinas que ha ignorado su responsabilidad social.
En fin. Equilibrios.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM)11-02-11.
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