A Aznar no le gusta la Constitución de 1.978, por lo de las Autonosuyas, ya saben. Los que tenemos una cierta edad lo sabemos desde siempre. Sabemos que votó en contra de aquella Constitución, que si el hubiera tenido poder para impedirlo, no se habría aprobado. Al tópico de que el tiempo pone a cada uno en su sitio, cabe oponer otro, el de que, por mucho que pase el tiempo, algunos siempre están en el mismo sitio.
En este caso, Aznar, quien, que yo sepa, ahora solo se representa a si mismo, y al grupo energético del que cobra como lobbysta, sigue instalado donde siempre estuvo, en la intolerancia y en la contradicción.
Lo de la intolerancia puede uno entenderlo, porque es algo visceral, que le viene de jovencito. Un tipo como ese ¿Fué joven alguna vez?. Seguramente sí, pero sin duda su juventud estuvo tan impregnada del autoritarismo centralista del viejo régimen que le ha marcado como la tabla de lavar que su preparador físico le ha ayudado a colocar en su abdómen.
La contradicción afloró cuando fue presidente y manifestó publicamente su admiración incondicional por un presidente, Bush, y un país, Estados Unidos, con una estructura política y administrativa de carácter federal.
La actitud de Bush, entonces, y la de nuestro ex presidente chupapollas que le hacía la pelota, fue la de engañar a todo el mundo, con la colaboración de los medios mas influyentes, haciendo correr el bulo de que Irak tenía no se que tubos de aluminio y no se cuanto uranio importado de la República del Niger, y que era una amenaza nuclear.Una vez el ejército ocupante, filmado por la CNN, se dedicó a buscar esas pruebas de la amenaza nuclear sobre el terreno, no aparecieron por ninguna parte.
(...)
Esta pequeña anécdota, no tan pequeña si se cuentan los muertos habidos desde entonces en ese conflicto, sirve para ilustrar que el hecho de que un país tenga una estructura centralista, o federal, no lo libera de cometer las mayores atrocidades, pero parece igualmente cierto que los ciudadanos que viven en Estados federales gozan de un mayor bienestar por la cercanía de la administración que se ocupa de atender sus necesidades.
En el mundo hay múltiples ejemplos de Estados federales, en sus diversas formas. Estan los Lánders alemanes, los Cantones suízos, los Estados norteamericanos. En cada caso, la estructura federal tiene distintas raíces. En USA, el tamaño del país y de su población la justifica. En Australia, la lejanía y vastedad de sus territorios, también. En España, el Estado Autonómico surgió, tal vez, como un mecanismo de equilibrio para afrontar las singularidades vasca y catalana sin poner en peligro la unidad del Estado.
Lo cierto es que la experiencia autonómica española, algo federalizante, era una incógnita cuando se puso en marcha con la transición. La transición se ha idealizado
como si fuera un cuento para niños, borrando de su recuerdo la numerosa sangre derramada por los muertos a manos de los intolerantes.
Militares y personalidades políticas a manos de ETA, que no era partidaria del Estado Federal sino de la secesión pura y dura, o de los Grapo, un grupo rarito, mezcla de idealistas violentos e infiltrados de la policía, por un lado, militantes de izquierda, simples manifestantes o abogados laboralistas por otro, masacrados por pistoleros y asesinos vinculados a la derecha mas extrema.
Aunque solo sea por la mucha sangre derramada, nuestra Constitución Autonómica merece mas respeto del que el intolerante Aznar le muestra ahora. Pero es que, además, nuestras ciudades, las de esas diecisiete comunidades políticas y autonómicas que ahora, nuestro ex presidente presenta como un obstáculo para nuestro progreso, han progresado en las últimas tres décadas como nunca lo habían hecho en la drámatica historia de frustraciones de este país.
Cualquiera puede constatar que donde antes no había sino eriales, ahora hay parques y jardines a disposición de los ciudadanos donde se solazan con sus niños. Donde antes no había hospitales, ni ambulatorios, estos han crecido con las necesidades de la población urbana. Un paseo urbano por cualquiera de las ciudades de nuestras diecisiete comunidades, nos informa de que el estado de las fachadas de los edificios modernistas, de los monumentos públicos, de las fuentes ornamentales, de la señalización del tránsito, cumplen los estándares de cualquier ciudad europea moderna, mientras que, antes de la aprobación de la Constitución Autonómica, la vuelta de un viaje al extranjero concluía con la sensación de que este era un país de mierda.
Naturalmente, hay muchas necesidades sin satisfacer, barrios alejados de los centros urbanos que no reciben la atención debida, pero, ¿Cual sería ahora la situación de nuestras calles y pueblos, de nuestras ciudades, de nuestras infraestructuras, sin administraciones cercanas obligadas a atender a los ciudadanos?. No es posible saberlo, pero cada cual, puede imaginarlo.
El Federalismo tiene una larga tradición histórica. El Centralismo mas aún, pero así como el centralismo va unido al autoritarismo, el federalismo tiene mas anclaje en la libertad. Cuando pasé por la Universidad, estudié el federalismo fiscal. Esa teoría se basaba en el hecho de que el aparato de recaudación fiscal debía estar centralizado, por las economías que generaba su centralización, mientras que el gasto debía descentralizarse, pues la cercanía a las necesidades lo hacía mas eficiente. Desgraciadamente, ese no ha sido el modelo que ha primado aquí,y, por ejemplo, las tasas para la ITV en Heliópolis son las mas caras de España, mientras que las prestaciones sociales en Navarra son muy superiores a las nuestras.
Son esas disfunciones las que cabe corregir, pero atacar en tromba el Estado de las Autonomías, como hace nuestro lobbysta Aznar, sin estar legitimado, ahora, para discurso alguno sobre lo que nos conviene o no a los españoles, es salirse del tiesto
y molestar con su discurso intolerante a medio país, por lo menos.
Por otro lado, la cercanía de una administración, cuando va unida al uso de la mentira y la manipulación hace que esas actitudes sean mas evidentes y se perciban con mayor claridad.
Nuestra intolerante alcaldesa, compañera de influencias franquistas de Aznar, un animal visceral de la política, como Fraga, incapaz de controlar la cólera habitual de su gestualidad, como tantas veces hemos visto en su actuación pública, cambia de ubicación los medidores de contaminación ambiental, los saca de las calles contaminadas y los coloca en zonas verdes, para eludir los controles de los reglamentos de la Unión Europea.
¿Es esto achacable a la forma descentralizada del Estado? No. Es una actitud como la del chupapollas poniendo los pies encima de la mesa de Bush. Los intolerantes están en todas partes, lo mismo en sistemas centralizados de gobierno, que en sistemas federales. Lo que hay que hacer con estos tipos es no votarlos, echarlos de la política, pero, que va, cada vez son mas populares. Eso es lo que a mi me preocupa de la política, mas que la forma del Estado.
En fin. Federalismo.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 1-02-11.
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