"He bajado al Maravillas, un poco tarde, antes he pasado por el banco a retirar lo que mi mujer llama, con mucha guasa, la limosna semanal, y solo he tenido tiempo de ojear con brevedad el periódico, porque se me ha echado encima la hora de asistir a clase de Medios de Comunicación. Puedo asegurar que, mientras realicé un trabajo dependiente nunca tuve sensación de estrés, pero esta nueva profesión de jubilado activo es mucho mas exigente de lo que nunca imaginé.
La primera mitad de la clase de Medios se ha dedicado a comentar las películas visionadas en la Semana del Cine, un eufemismo dedicado a rellenar los días de clase que los profesores se ahorran dar, al mandar a los alumnos al cine para que asistan a la proyección de los filmes que luego van a concurrir en los premios Oscar.
El Discurso del Rey, a la que he dedicado una entrada en el Blog, ha sido la mas comentada, seguida de otra que no ha sido galardonada, Morning Glory, que nos ha interesado por el tema que trata, el conflicto entre periodismo y entretenimiento en los medios audiovisuales actuales. Del Cisne Negro, cuya interpretación de Nataly Portman ha sido galardonada, escuché una crítica de viva voz el otro día en el bus, que duró lo que el trayecto, media hora. Sospechaba que cada español lleva dentro un presidente de gobierno, pero no sabía que sucediera lo mismo con la condición de crítico cinematográfico.
Después, el resto de la clase se ha dedicado a organizar el material que cada alumno ha aportado para el documental sobre Árboles Urbanos, cuyo montaje está previsto abordar después de fallas. Se han reunido textos suficientes para la sonorización de las imágenes que algunos compañeros están filmando, y que se completarán con las obtenidas en una salida colectiva prevista para el próximo 14 de marzo. He propuesto
que el documental, una vez concluido, se presenta a algún festival de cortos, pero nadie me ha hecho ni puto caso. Se ve que la gente no tiene inquietudes artísticas.
Terminada la clase, hoy muy aprovechada, he vuelto al Maravillas, he retomado la lectura del periódico, y he leído un artículo de Gregorio Martín en las páginas de opinión de 'Levante', que es el motivo de la entrada de hoy.
(...)
Catalunya y Heliópolis son dos comunidades autónomas que, reunidas, constituirían la mayor potencia económica y demográfica del país, pero por azares de la historia y la política andan por caminos separados, cuando no enfrentados, lo que las hace mas vulnerables y dependientes de las influencias centralistas.
Martin analiza en su artículo algunos datos macro económicos de ambas comunidades que son el reflejo de las dificultades por las que pasa el país entero, y los diversos gobiernos autonómicos, hace su valoración de las actitudes de cada gobierno para reconocer y afrontar esas dificultades, y encuentra algunas diferencias.
El PIB de Catalunya, en razón de su mayor demografía, es superior, en términos absolutos, al de Heliópolis, sin embargo, el déficit público, en porcentaje del PIB,
que en Catalunya se ha revisado desde el 3,6 hasta la previsión provisional del 3,9, es del 4% en Heliópolis. Según Martín, en mayo hubo un acuerdo para no pasar del 2'6, lo que indica que estamos en zona de tarjeta roja. Si consideramos que existe un compromiso para no pasar del 1'3 en 2.011, parece evidente que ambos gobiernos autonómicos han de realizar un esfuerzo considerable, si pretenden que esta variable presupuestaria básica no se desmadre.
El artículo de Martín se centra en el hecho de que, mientras en Catalunya están preparando medidas drásticas, e impopulares, que afectan a los capítulos de gasto en Salud y Educación, que son los que tienen mayor peso y por tanto inciden mas en la cuantía del déficit, la parálisis política en Heliópolis, derivada de la guerra sin cuartel entre gobierno y oposición por el asunto Gürtel, está retrasando la necesaria reestructuración del gasto público.
Mientras el gobierno catalán está preparando la implantación de medidas desagradables pero necesarias en los servicios de Salud y Educación, y se plantea dar por concluída la relación con Ecclestone para eliminar el pago del canon de la Fórmula 1, aquí seguimos con retrasos de 565 días en los pagos a los proveedores de Sanidad, mantenemos la política de eventos, y por tanto los desembolsos a que nos obligan, el índice de desempleo es el mas alto del país en relación con la población, mientras en Educación hay una política algo confusa, que varía cada dos por tres, sin que quede claro que se pìensa hacer ante la presión del déficit y la 'quiebra técnica' de las instituciones autonómicas.
Esto parece indicar que, ante desafíos similares, cada comunidad política reacciona de diferente modo, a diferente ritmo, y con distinta intensidad. Las comunidades políticas, son entes diferenciados, que no se comportan del mismo modo ante los mismos problemas, pero lo que quiero destacar es que una cosa son los comportamientos visibles de una comunidad política, y otra los comportamientos particulares, personales, de las personas que las constituyen. Es decir, una cosa es Catalunya, y otra no exactamente igual los catalanes.
No está de sobra insistir en esto, porque escribo desde Heliópolis, un lugar donde se le ha sacado mucho rédito político al catalán como chivo expiatorio, con el asunto de la lengua, acentuando las diferencias y silenciando las afinidades, con el de la cultura, en la que cualquier intento de acercamiento ha sido visto como una ingerencia, cuando no como una amenaza, con la política audiovisual, con el agua, asuntos muy sensibles que tantos votos han dado a la derecha de aquí, a la que le importan tres cojones la lengua y la cultura, la identidad y una política inclusiva de vecindad compartida que podría hacer de nuestros territorios, aprovechando las sinergias de nuestra estratégica situación mediterránea, una potencia regional entre las mas avanzadas de Europa.
Este aprovechamiento del chivo expiatorio de lo catalán como una amenaza, no se corresponde en absoluto con la realidad de los sentimientos que manifiestan los catalanes de a pie hacia nosotros. Mayoritariamente, nos ignoran, enmerdados como están en una competición secular con Madrid, los catalanes no miran hacia el Sur, suelen pasar de nosotros porque su obsesión histórica es desprenderse de las relaciones desiguales con el centro, que consideran una rémora para su desarrollo.
Cuando tienes un trato personal con ellos, de tas cuenta de la falsedad de los tópicos que se les atribuyen. En primer lugar, catalanes de origen, de varias generaciones residiendo allí, auténticos indígenas, solo hay una minoría. La mayoría son catalanes sobrevenidos que nacieron en Andalucía, en Extremadura, en Aragón, y, en todo caso, los hijos de ese generación de emigrantes catalanizados.
No veo como se pueden aplicar los tópico edificados sobre rasgos identitarios a una población mayoritariamente ajena a esos rasgos que se les atribuyen.
Mi experiencia en el trato con catalanes autóctonos, no sobrevenidos, no ha sido muy variada, pero si, creo yo, bastante representativa. El Presidente del Consejo de una Empresa gasística en la que trabajé fue 'fichado' para reflotarla. Albert Jufré, que así se llamaba, aportó un millón de pelas --del año 70-- con esa finalidad, pero en seis meses se había chupado el millón con extraños cargos en favor de la delegación catalana de la firma que el gestionaba.
Por otro lado, conviví unos días con dos familias catalanas junto al lago de Banyoles. Una de ellas era la de un arquitecto, otra la de Joan Creus quien, en un arrebato de orgullo matizado por su innata timidez me dijo, con una voz emocionada, 'el meu cuñat es el president del Barça' -- se refería a Núñez.
Además de ese respeto reverencial, casi sagrado, por el Barça, no encontré en mi trato con aquellos catalanes que se prolongó varios días, ninguna característica diferencial que los distinguiera de un valenciano, de un extremeño, de un andaluz, ningún rastro de los tópicos que se les atribuyen, y desde luego, nada hubo en su trato, en sus manifestaciones, durante aquellos días, que sugiriera que se los debía considerar una amenaza. En cuanto al presidente del consejo de la empresa gasística, ese me pareció un listo, antes que un catalán.
Mi punto de vista es que los tópicos identitarios son, básicamente, falsos y que en este caso se han usado para favorecer intereses mezquinos de carácter político. Quiere esto decir que simpatizo con los catalanes? Ni me son simpáticos, ni antipáticos, para mi son como los miembros de una comunidad de vecinos con los que se podría tener intereses comunes si se les conociera mejor.
No llego al extremo de un amigo, mas crítico con la política anticatalana del gobierno de aquí, que ayer me decía que le estaban entrando ganas de empadronarse en Reus. Yo nunca lo haría. Tengo muy claro que vivir en estas coordenadas de la costa mediterránea mola mas que hacerlo mas al Norte.Cuando entra una perturbación atmosférica siempre lo hace por el Nordeste y Baleares, mientras que aquí, en Heliópolis, estamos tan ricamente."
En fin. Catalanes. Catalunya.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 28-02-
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