miércoles, 2 de febrero de 2011

SEVEN

Anoche vi en el cable, 'Seven', esa película de Brad Pitt y Morgan Freeman sobre un asesino en serie, ya saben, y no pasó nada.Quiero decir que he dormido como un tronco, no he tenido pesadillas, ningún portavoz de asociación pro salud pública me perseguía con un cuchillo de cocina para despellejarme vivo como castigo por mi vicio nefando, pero esta mañana he bajado al Maravillas y, mientras fumaba en la calle, con la taza de café sobre el alfeizar de la ventana, una ráfaga de viento helador me ha despejado las neuronas y he caído en la cuenta de que Seven, siete, es un número mágico que está presente de modo recurrente en nuestras vidas.
(...)

El siete es un número muy presente en la industria del cine. 'Los Siete Magníficos','Siete Novias para Siete Hermanos','Los Siete Niños de Écija? 'Blancanieves y los Siete Enanitos', 'Siete días de....' 'Siete hombres sin piedad' ¿O eran doce?, en fin, seguro que hay mas.

Por si fuera poco esa presencia del número siete en los títulos cinematográficos, la semana, el ciclo temporal mas importante en nuestra vida cotidiana, tiene siete días, y su día séptimo, el domingo, es el mas importante y el mas simbólico de todos, además de ser el único en el que se nos permite, si queremos, estar tumbados a la bartola. sin que esa actitud esté mal vista.

Seven, siete, es sin duda un número muy influyente en nuestras vidas, aunque tal vez a algunas personas que nacen con un par de dedos de mas en sus manos les parezca una molestia. Yo solo conocí a un vecino del barrio que nació con seis dedos, ignoro si alguien nace con siete, pero puedo suponer que si, que existe esa singularidad, y a mi no me parece una anormalidad genética, sino la prueba de que el siete es un número mágico.

Una vez asumido que esa cifra árabe tiene influencia en nuestras vidas, se me ocurre, porque esto es una ocurrencia, encontrar nuevas aplicaciones a ese número.
Por ejemplo, los gobiernos deberían contar con siete ministros, no como ahora el de Zapatero que solo tiene uno, calvo, que es el único que sale en la tele.

Uno de esos siete ministros sería el encargado de medir el fervor revolucionario popular para que, en un momento dado, cuando la ciudadanía esté cabreada, el gobierno dimita en pleno. Algo parecido a lo que ha sucedido en Túnez, pero mas organizado. No tiene mucho sentido que una minoría, aunque sean un millón como en Egipto, obtenga, mediante una protesta callejera en la que solo está presente una parte minoritaria de la población, la renuncia del gobierno, que representa al conjunto de la ciudadanía.

El ministro para medir el fervor popular revolucionario debería proponer una Ley al Consejo de Ministros que fije el número mínimo de ciudadanos que debe manifestarse en la calle para tumbar un gobierno. ¿Que tal siete millones?. A mi me parece un número suficiente. Menos, un millón como en Egipto, por ejemplo, está al alcance de una movilización conjunta de la Conferencia Episcopal y el PP, que solo representan a una parte de la población.

El problema de esta cuota mínima, siete millones, es que temo que no caben en Madrid, que es donde se manifiesta todo el mundo para pedir algo, sean vías pecuarias para ovejas, subvenciones para los pimientos, o que se vaya el gobierno.

Una solución sería que la gente se manifestara en su comunidad autónoma, que se contara con procedimientos fiables el número de asistentes, y si la suma de ciudadanos cabreados alcanza los siete millones, el ministro para medir el fervor popular revolucionario daría por acabada la legislatura y convocaría nuevas elecciones.

De esa convocatoria, surge la necesidad de otro ministerio. El ministro para el cambio verdadero, que cuidaría que ningún candidato del nuevo gobierno fuera de los partidos mayoritarios que se han repartido el poder en los últimos treinta años.

Llegados a este punto, confieso que no se por donde salir. No se como podría llevarse a la práctica semejante cosa. Aquí no tenemos un opositor en el exilio, como El Baradei, en Egipto. Aquí todos los políticos disponibles están pringados en el sistema. Bueno, el Ministro para el cambio verdadero, que lo resuelva, para eso es el Ministro para el cambio verdadero.

Lo que seguirá inmutable, cualquiera que sea la solución que se adopte para las listas, es el número de ministerios, siete, y la cuota de ciudadanos a la que se hará caso para derrocar un gobierno que no esté a la altura, que será de siete millones.

Así evitaremos lo que pasa en Egipto, un país con mas de ochenta millones de habitantes, donde menos de un dos por ciento de su población parece estar en situación de decidir el futuro del gobierno de todos.

Seven. La primera de 'Levante' lleva hoy un titular espectacular, 'Venganza en la Ciudad de la Justicia' que alude a que la cara del redactor que denunció el absentismo laboral en ese servicio público circula ahora en numerosos pasquines. ¿Cuanto es el absentismo en ese servicio? ¿De un 7%? ¿Cuanta gente trabaja allí?
700?, 7.000?. No se. La Ciudad de la Justicia es la sede de un servicio público que, como tal, tiene mas gastos que ingresos, y tiene absentismo, pero nadie ha pedido, que yo sepa, cerrar la Ciudad de la Justicia.

¿Porqué esa manía colectiva ahora de pedir el cierre de Canal 9?, Canal 9 es, además de un medio de comunicación manipulado, un servicio público, y, como tal, tiene mas gastos que ingresos, y supongo que tendrá absentismo. Porqué se pide el cierre de Canal 9, y no el de la Ciudad de la Justicia?. Me parece incongruente.

Seven. ¿Cual debería ser el tamaño de una manifestación popular de nuestro fervor revolucionario para tumbar el gobierno de Camps. 700.000?. Sí. Yo creo que, dado el tamaño de la población de nuestra, y suya, comunidad política y ciudadana, 700.000 manifestantes es una cifra suficiente, mas elevada, en términos relativos, que la de Egipto y, por tanto, el Conseller encargado de medir el fervor revolucionario popular debería estar preparado por si hay que cambiar el gobierno.

Mas complicado será hacer las listas para el que lo haya de sustituir. Tampoco veo quien podría ser el Conseller para el cambio verdadero, encargado de nutrir las nuevas listas con políticos ajenos a los dos partidos mayoritarios. Bueno, una vez resuelto el primer problema, designar a un Conseller para el cambio verdadero, el se encargará de resolver este problema, para eso será el Conseller para el cambio verdadero.

Esto parece una tontería, una ocurrencia, y efectivamente lo es, pero cuidado, si se les hinchan las pelotas a los descontentos, a los cabreados, cualquier día puede suceder aquí lo mismo que está sucediendo en Túnez y Egipto. Lo descorazonador de todo este asunto, es que nosotros no tenemos un El Baradei, pero ya lo resolverá el Conseller de...etc.

En fin. Seven.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 2-01-11.

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