sábado, 12 de febrero de 2011

SENTIDO COMÚN

Antes de cumplir los catorce años tuve un compañero de trabajo, muy apreciado, pero algo sentencioso. Decía frases muy rotundas con solemnidad pero lo hacía tambien con cierta elegancia propia de otros siglos. 'El sentido común es el menos común de los sentidos' era una de esas frases. 'La prisa es enemiga de la perfección' era otra, aunque no recuerdo si la atribuía a Byron o a su sastre.

Llamar al 'sentido común'en un periódico, o en un Blog, en cualquier país donde la libre expresión está bien arraigada, es gratis. Llamar a la insumisión, en teoría, también, en la práctica puede ocasionar perjuicios para el insumiso, o sea, que es mas caro que apelar al sentido común, que no cuesta nada.

No es igual en países sometidos a régimenes autoritarios, por ejemplo China, o Egipto, aunque ahora que Mubarak se ha ido a veranear, después de que se calmen las aguas, igual escribir la expresión 'sentido común' es gratis, no como en China donde, según el contexto, le puede costar la cárcel o algo peor al emisor de la frase.

(...)

No hace mucho leí una llamada de Millás al sentido común, con ocasión del revuelo que ocasionó la aplicación de la ley del tabaco, que a algunos fumadores nos puso en pie de guerra insumisa, porque estimábamos que esa no era la única ley posible, no porque no compartieramos los criterios generales de salud pública que la inspiran.

Entonces me pareció entender que Millás decía que cualquier ley, necesita del sentido común de quienes han de cumplirla para su aplicación, pero nada decía del sentido común de los legisladores. Poco a poco las aguas de la insumisión se van calmando, aunque es facil ver en el centro de nuestras ciudades gentes recogiendo firmas para pedir la modificación de la ley. Ante la postura de Millás en este asunto se podría entender que las leyes están hechas con sentido común, siempre, aunque tal vez no sea este el caso.

En el breve recuadro que Pedro de Silva pone hoy en 'Levante' 'En corto.', titulado 'Milagreros fuera' vuelvo a encontrar esa frase gratuita, en sus dos sentidos, el de que no le cuesta nada al emisor, y el de su escaso contenido, referida a la revolución egipcia, y a las emociones que ha suscitado ese proceso en mucha gente que considera los procesos revolucionarios (Milagreros, les llama de Silva) mucho mas interesantes que el sentido común.

Apelando al sentido común de las gentes se ha mantenido Mubarak treinta años en el poder, en España tuvimos cuarenta años de dictadura, que es una forma extrema de aplicación del sentido común, porque el sentido común, ese que aplica Trinidad Giménez a las relaciones exteriores, estaría muy bien si no fuera porque, casi siempre, sirve a posiciones inmovilistas, aunque no sean las de los emisores de la frase gratuita.

Ante una situación de conflicto, la aplicación de una ley nueva que molesta a una parte sustantiva de la población, o un proceso revolucionario para derrocar un régimen injusto, autoritario, petrificado, la llamada al sentido común, aún con la mejor de las voluntades, refuerza, invariablemente, el inmovilismo, mediante la aceptación de la ley, de cualquier ley, como si fuera algo sagrado, como si los legisladores no se equivocaran.

Las leyes las aprueban los parlamentos democráticos, se supone que están hechas con sentido común 'representativo'. En la medida en que nuestro sistema electoral no nos permite elegir directamente a nuestros representantes, sino que quienes proponen leyes para su aprobación han sido puestos por los partidos en una lista que no podemos cambiar, en tanto las posiciones de los partidos mayoritarios no permitan un cambio en la ley electoral, algunos nos reservamos la defensa de la insumisión como un derecho ciudadano irrenunciable.

Las actitudes de insumisión, en este país, históricamente, han tenido un precio. Hasta que se eliminó el servicio militar obligatorio, algunos insumisos iban a la cárcel. Era de sentido común aceptar realizar el S.M.O., sin embargo, los insumisos dieron paso a la objeción, y luego a la eliminación de esa leva obligatoria. No se si queda claro que el sentido común en el cumplimiento de las leyes, es gratis, que la insumisión tiene un precio, y que solo con el sentido común los marcos legislativos que amparan las libertadas, no avanzan.

Para mi fue una decepción ver situarse a Millás en el conflicto por la aplicación de la ley del tabaco, del lado del sentido común, en lugar de demandar la insumisión a quienes se consideraban maltratados. Ahora me pasa lo mismo con de Silva, en lugar de transmitir su emoción por el proceso revolucionario del mundo árabe, llama milagreros a quienes la expresan, y hace una declaración de sentido común.

El sentido común, no se si me explico, es gratuito, el compromiso, cuando no es solo una pose, sino una actitud consecuente con unos determinados valores éticos y democráticos, tiene un precio muy elevado, a veces hasta la vida.

Mientras los egipcios se comprometen, luchan y se juegan la vida, es muy cómodo y gratuito, llamar desde la tribuna de un periódico al sentido común, y llamar milagreros a quienes se emocionan con la lección de aprecio por la libertad que nos están dando los jóvenes, y no tan jóvenes, egipcios, a los acomodaticios occidentales.

Los que tanto defienden el sentido común desde las tribunas periodísticas, o desde un sillón diplomático, deberían levantar el culo de la silla, y darse una vuelta por la vida. Verán que no está hecha solo de sentido común.

En fin. Sentido Común.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM)12-02-11.

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