miércoles, 21 de septiembre de 2011

EL DESPERTAR

"La noche del treinta y uno de diciembre de 2.001, mi vecino entró en coma. Esa misma mañana le atropelló un coche en un paso cebra. Antes de cruzar, había mirado a los ojos del conductor, un gesto que, según el, invariablemente producía el efecto de que el conductor frenara y le cediera el paso. Al parecer, el atestado del siniestro aclaró que el conductor volvía del hospital, después de una operación de cataratas, y no vio a mi vecino.

A lo largo del primer día de su estancia en el hospital, el estado de mi vecino se agravó tan repentinamente, que los médicos no tuvieron otra opción para salvar su vida que inducirle un coma.
(...)

Unas horas después de que entrara en ese coma inducido, el país entraba, a su vez, en un nuevo escenario de moneda única con la implantación del Euro. No me importa señalarlo, aunque convierta esta historia en algo previsible, porque fue así como sucedió.

Su sacrificada esposa ha estado visitando al comatoso, diariamente, durante estos casi diez años. Al principio, no dejaba de dar la lata al equipo médico del hospital con preguntas sobre el estado de su marido, leyó varios libros que hablaban de muerte clínica y milagrosas resurrecciones, hasta que los médicos se la tiraron de encima, muy amablemente.

Entonces, comenzó a actuar por su cuenta. Se llevaba al hospital largos y punzantes estiletes y con ellos intentaba despertar la sensibilidad del enfermo, por el procedimiento de pinchar con ellos en la planta de sus pies, pero ni pestañeaba.

Un día, el responsable de planta, entró acompañado de un numeroso equipo de gentes que portaban unos sofisticados ingenios electrónicos, le dijo a la mujer que estaban realizando un experimento sobre la actividad cerebral y el sueño, y le pidió permiso para efectuar una prueba que confirmara si su marido soñaba o no.

La mujer, que ya se había acostumbrado a ver a su marido como un objeto inanimado dio su permiso sin mayor entusiasmo y después de esa noche en la que el paciente estuvo conectado a toda clase de tubos y extensiones, el responsable de aquello, a través del médico, facilitó a la mujer un informe en el que se decía que su marido, aún estando en coma, soñaba, y que a juzgar por la elevación de su tensión arterial durante el experimento nocturno, podía tratarse de sueños eróticos.

¿Y?, preguntó la mujer, sin gran entusiasmo.

Es una buena señal. Hay actividad cerebral. Las probabilidades de que despierte son mayores, aunque nunca se sabe.

Mi vecino despertó, hace tres meses y, después de la oportuna rehabilitación, hace unos días que ya anda por la calle, con la ayuda de un bastón.

He encontrado a la vecina en el ascensor y le he preguntado por su marido --¿Como va, se adapta?

Al principio, se le veía contento, descubrir de nuevo la luz, los paisajes urbanos y los pasos cebra, que tanto le gustaban, fue como un renacimiento, pero estoy preocupada.

¿Y eso?

Ha comenzado a leer periódicos, todos dicen lo mismo, no entiende como podemos vivir en un mundo en crisis. Lo peor ha sido cuando ha entrado en un estanco y le han pedido ochocientas pelas por un paquete de tabaco y un mechero Clipper. No cesa de recordar como era la vida, como estaban los precios antes de entrar en coma. Me ha dicho que está pensando seriamente en volver al hospital, que le induzcan de nuevo un coma, y despertar cuando haya pasado todo esto. Además me ha dicho que se lo pasaba pipa con los sueños eróticos, con las actrices de moda en aquel tiempo. Francamente, estoy empezando a preocuparme."

En fin. El despertar. Una historia previsible, si, pero así fue como sucedió. ¿ O no? No sé.


LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 21-09-11.

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