martes, 13 de septiembre de 2011

TABACO

He bajado al Maravillas y al pulsar la tecla de la máquina de tabaco para sacar un Ducados negro, blando, he quedado estupefacto. Hostia, pero que pasa aquí, te vas dos días fuera y al volver han puesto el Ducados a 4,10. Mas que dos manzanas en la Estación de Atocha. No podía creerlo. Me cago en el Rubalcaba, en el Rajoy, y en la madre que lo parió. Pero, ¿Es que solo saben afrontar la crisis de la deuda subiendo el tabaco?. No me jodáis, algo mas se podrá hacer, digo yo.
(...)
El paseo hasta casa me ha calmado la indignación. Ya mas tranquilo, he pensado que a los primeros fumadores los quemaban en la hoguera, porque al ver salir el humo de sus narices creían que era cosa de brujería. En casa no corro ese peligro, porque la cocina es eléctrica, pero si mi mujer se entera de lo que me voy a gastar, a partir de ahora, en cada paquete de tabaco, tras una evocación histórica de la expulsión de los judíos, intentará echarme de casa.

Ya se que el tabaco es un vicio, un gasto no necesario, pero mi caso es muy singular, no solo soy un vicioso irrecuperable, es que empecé fumando por prescripción facultativa.

Agustin, mi psicólogo, a quien no veo desde hace diez años, cuando tenía una fase de aguda agitación, siempre me recomendó no abandonar el tabaco, porque tenía un efecto ansiolítico, y contribuía a mantener mi tensión arterial baja.

Esto es una puta excusa, claro, como la de mi amigo que se bebe un whisky por las tardes porque dice que es bueno para la salud cardíaca. Un huevo.

Mi amiga Lola, cuando correteábamos por Madrid, se sorprendió de mi velocidad estando mi capacidad pulmonar algo disminuida. Yo le di una explicación cardio vascular, también, porque queda bien.

Después del disgusto del subidón del tabaco, he ido a un centro municipal a matricularme para continuar mis interminables estudios no reglados de Comunicación. La cola era exagerada, pero a los alumnos de esta especialidad nos han dejado pasar pronto, porque éramos pocos.

Me han anotado en una lista, pero he oído rumores de que no empezamos hasta Enero, porque la profesora, aunque ya no está preñada --yo no tuve nada que ver en aquello-- goza del permiso de maternidad, o como se llame, y en este centro, al parecer la figura del sustituto, ni existe.

Por eso voy esta tarde a la calle de San Miguel, en Ciutat Vella, para enterarme
de cuando puedo matricularme en Teatro, en ese centro.

Terminado el papeleo, he invitado a dos alumnas de Comunicación con las que he coincidido, a tomar un refresco y un agua mineral, yo he tomado otra, en la terraza de una heladería, con el suelto que me ha sobrado del viaje a Madrid.
La cuenta ha subido un tercio de lo que cobran en Madrid por estas cosas. Ya estoy en casa.

Tengo serias dudas de lo que hará mi mujer conmigo si descubre lo que me voy a gastar en tabaco, o invitando a otras mujeres por ahí.

Por suerte, al despedirme de las compañeras, me he fijado en el estanco que hay al lado. Comprar el tabaco en la máquina se ha vuelto ya prohibitivo (horrible palabra, no?). He comprado un paquete para la tarde y me he ahorrado quince céntimos, confiando en que este argumento, el del ahorro, me libre de la hoguera.

He vuelto a casa y mi mujer no está. Igual anda invitando por ahí a compañeros o compañeras con los que ha coincidido al matricularse en Yoga, con el suelto del monedero que le ha sobrado del viaje a Madrid.

Ha elegido Yoga porque, vivir con un tío como yo, requiere una dedicación extra a las técnicas de relajación.

En fin. Tabaco.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 13-09-11.

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