miércoles, 7 de septiembre de 2011

EL ENTIERRO

Dejé la página 'Tumbas' acumulando visitas hasta alcanzar el número uno del ranking, me aventuré después en otra mas reciente a evocar a la dama de negro cubierta con un nicab, y, zas, hoy estoy de entierro, aunque aún no es el mío.
(...)
No crean que se trata de un efecto esotérico de mi escritura, como de varita mágica, por el que todo lo que pasa por el Blog se convierte luego en realidad. Es una simple propiedad estadística, muy consolidada, si andas con gente muy longeva, asistes a mas entierros que natalicios.

Por eso, sin desatender a mis amigos longevos, estoy intentando matricularme en un centro para seguir mis estudios no reglados de teatro, porque en esos entornos la composición del alumnado por edades, es mas variada, y la probabilidad de asistir a un entierro, menor.

En los entierros suceden, a veces, cosas surrealistas. He dejado mis condolencias, muy literarias, en el libro, y luego me he dado cuenta de que era el libro de otro muerto, porque la familia del mío, bastante ha tenido con interrumpir de modo abrupto sus vacaciones, para, encima, ocuparse de chorradas librescas.

Ya en el cementerio, mientras los deudos esperaban a pie de nicho, el coche funerario, con el cadáver dentro, --seguramente con un conductor nuevo-- ha pasado a toda leche en dirección a la otra punta del camposanto, y se ha perdido. La espera hasta que ha vuelto a aparecer ha incluido sensaciones bastante absurdas, que no voy a repetir.

Mientras, dos vecinas muy atentas que han asistido al sepelio y portaban unas flores, han aprovechado para desaparecer enseguida en dirección a las sepulturas de sus propios muertos antiguos, y se han dedicado a sus propios rituales, ajenos al acto que se celebraba.

En los entierros suele coincidir el dolor crudo por la pérdida de los mas próximos, con la alegría incontrolada de los mas lejanos, por no estar en el cajón.

Cuando por fin el lapidero y el albañil --y ahora, por lo que veo, el grabador,
pues una placa grabada es lo que dejan sobre el yeso-- culminan su trabajo,
todo el mundo desaparece corriendo con una mezcla de sentimiento y alivio.

Si alguien dice antes unas palabras en recuerdo del muerto, el rugido de los motores de los aviones que sobrevuelan el cementerio, las cubre de ruido.

Ya lo dijo aquel. El resto es silencio.

En fin. El Entierro.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 7-09-11.

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