martes, 6 de septiembre de 2011

MERCANCÍA

Marx, no Groucho, el otro, se equivocó al entender que la fuerza de trabajo era una simple mercancía. No señor, no es una mercancía, es una mercancía barata, tirada de precio, salarios de mierda. En lo que no se equivocó, es en reconocer que las crisis capitalistas son, entre otras cosas, un procedimiento muy experimentado ya para bajar aún mas los salarios.

El chaval rubio que llama todos los días al timbre porque tiene un trabajo de mierda que consiste en vender a comisión contratos de telefonía móvil de Vodafone, Orange, o la madre que lo parió, lo sabe bien.

Todos aquellos que tienen un trabajo precario, que nunca están ocupados doce meses al año, y que se las ven y se las desean para sobrevivir, abandonando el apartamento de alquiler y mudándose a una habitación en un espacio compartido, lo saben.
(...)
Cándido Méndez, el secretario general de UGT lo sabe, por eso el otro día, en un discurso, un mitin, o lo que fuera, reprochando los recortes en educación, dijo que nuestros hijos no son mercancía barata. Es cierto, nuestros hijos en edad escolar son futura mercancía barata, excepto quienes no van a la escuela pública, mas mimados por la administración, porque se supone que llegarán, al menos, a capataces de asalariados con un salario de mierda.

No conozco a nadie que se haya hecho rico trabajando, pero al menos, mi generación, pudo dar un salto adelante, en lo material, tremendo en comparación con las generaciones anteriores.

El salto al que se enfrentan las generaciones actuales de jóvenes es un salto en el vacío que, de momento, no parece conducir a ninguna parte.

Esto por lo que se refiere a esa clase particular de mercancía, la fuerza de trabajo. Lo de las materias primas, al parecer, por lo que escuché ayer, es otra cosa.

Mi sobrino, que ejerce como ingeniero industrial, especializado en química orgánica, en una fábrica de Tarragona, estuvo ayer en casa, porque el padre de su mujer, que padecía Alzheimer, ha fallecido y vino a comunicarlo, y nos habló de los mercados de materias primas.

Tiendo a la hipocondría, por eso sospecho que hacer trabajar la memoria y el cerebro a toda máquina para entretener el Blog, me puede conducir a un proceso patológico semejante al del suegro de mi sobrino. No se fíen de quienes aconsejan hacer crucigramas y otros entretenimientos parecidos. Las últimas investigaciones apuntan a que esas actividades, practicadas en exceso, pueden acelerar los procesos degenerativos cerebrales.

Según mi sobrino, que está en contacto diario con clientes, proveedores y empresarios, los mercados de materias primas tienen carácter global, y están en manos de media docena de listos que pueden hacer duplicar su precio en cuestión de semanas, dejando en la cuerda floja la supervivencia de muchas empresas medianas, sin que las medidas tomadas en el ámbito nacional puedan hacer nada para evitarlo.

Al parecer, los señores del aluminio maniobraron en ese mercado para alterarlo según su conveniencia, pero han tropezado con Coca-Cola, que no es, precisamente, una empresa media y nacional, y les ha puesto un pleito del copón.

Esto quiere decir que las empresas que no son Coca-Cola, que son medianas y nacionales, y aportan el mayor número de puestos de trabajo a la economía de este país, no tienen control sobre el precio de las materias primas y por tanto, su única posibilidad de alcanzar costes competitivos, es bajar aún mas los salarios.

Bajar los salarios, sin embargo, debilita la demanda de los trabajadores, que son también consumidores, lo que nos lleva al principio, la crisis de subconsumo y sobreproducción descrita por Marx, no Groucho, el otro, que es un componente importante de la crisis mas amplia que lleva haciendo derramar ríos de tinta desde hace tres años, y las empresas tratan de afrontar con mas exportación.

Una de las salidas de la crisis es que, cansados de escribir --y leer--todos los días sobre lo mismo, releguemos el tema a las últimas páginas, nos dejemos de titulares sensacionalistas que acojonan, y así, el ánimo de la gente se vaya serenando, puedan pensar en lo que puede hacer cada uno para mejorar su situación personal, y dejen de sentir que viven en medio de una tragedia colectiva.

Aunque no lo parezca, la actividad económica, además de una realidad dependiente del precio de las materias primas, para las empresas, o de los salarios cada vez mas escuetos para los trabajadores, o de los menguantes subsidios para los desempleados, es, también, el resultado de las actitudes humanas.

Promover una actitud de pesimismo exagerado, va contra la naturaleza creativa del ingenio humano, esa capacidad de reinvención que a veces no usamos del todo, hundidos como estamos por el convencimiento de que nos están convirtiendo en mercancía barata, casi inservible.

Quisiera contribuir hoy, por una vez, a reforzar un sentimiento de dignidad colectiva, no somos mercancía, somos personas, con todas sus carencias, y potencialidades.

En fin. Mercancía.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 6-09-11

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