lunes, 10 de septiembre de 2007

BICEFALIA

Los orientales determinaron, hace milenios, que una imagen vale mas que mil palabras, pero el perfil bicéfalo de Botín que aparece en una foto, o trabajo infográfico, no sé, en la página 62 de El País del día siete, merece, en mi opinión, al menos mil palabras.

Ya dijo nuestro poeta mas leído, en época mas turbulenta que la nuestra, con un acierto premonitorio, “Españolito que vienes al mundo te guarde dios, una de esas dos cabezas te ha de helar el corazón.”

Como no me entiendo con el escáner, he de aclarar que me refiero a una fotografía o montaje en la que del perfil de Botín salen dos cabezas, la suya y la de Zapatero. Las finanzas y la política integradas en un solo cuerpo orgánico. Da miedo, no?.

Me he meado en los pantalones al pensar que algo así pudiera ocurrir. Enseguida, una reacción mas sólida y vergonzante ha venido a recordarme que eso ya está ocurriendo desde hace mucho tiempo.

La bicefalia tiene un alto poder simbólico. El águila imperial de los Estados Unidos, que, como todos ustedes habrán soñado alguna vez, luce dos cabezas, hace tiempo que emprende vuelos rasantes sobre Bagdad, para iluminar con su visión nocturna a los tiradores de las máquinas de guerra, quienes, a despecho de esa ayuda luminotécnica, a veces se cargan a un montón de civiles inocentes.

En este país hay una larga y cruel tradición de exhibicionismo popular de esta y otras anomalías. Burros con cinco patas, terneros con dos cabezas. Cuando ponían las atracciones de feria en mi barrio, incluso hubo una barraca que exhibía, con gran lujo propagandístico, al monstruo de Guatemala. Nunca supe si era persona, animal o cosa, porque no estaba entre mis prioridades llevar a mis hijos pequeños a ver esas cosas, pero público, haberlo, había. Sin embargo, nunca hasta ahora había visto una cosa así en la sección de Economía de El País.

Es evidente que la separación de poderes que debemos a Montesquieu, quien al parecer desconfiaba de los hombres, y por eso separó el ejecutivo, el legislativo y el judicial, ha quedado obsoleta, por la simple razón de que en esa taxonomía no se atribuyó poder al dinero.

El fotógrafo o artista infográfico Uly Martin, que firma el pie de la foto o lo que sea, ha venido a resolver ese anacronismo, y su magnífica obra de arte, colocando a Botin-Zapatero, o Zapatero-Botin, en el centro geométrico del encuadre, como si Uly fuera Peter Greenaway, el de El cuaderno del dibujante, pone las cosas en su sitio. Dos cabezas, una política, otra financiera, en un solo cuerpo orgánico, en el centro, y nada en los extremos, mas allá de esa realidad.

No es previsible que los políticos, que suelen tener una cabeza unidirecccional, evolucionen hacia formas bicraneales, pero no se puede descartar que el instinto de apropiación de los banqueros les lleve a una división celular multicerebral especializada, semejante a la de las hidras de las historias míticas.

Si algo así llegara a suceder, no estaríamos seguros ni en nuestras alcobas mas íntimas. En el centro de la noche, podría ocurrir que mientras en nuestro oído percibimos el susurro de una oferta para una hipoteca a largo plazo, otra de esas múltiples cabezas hiciera propuestas lascivas a nuestra pareja, y una tercera repitiera, con la convicción característica de quienes dicen creer en lo que hacen, el eslogan de la próxima campaña electoral.

Además de la bicefalia, el otro gran elemento simbólico de la imagen es la centralidad. La cabeza de Zapatero, vinculada a Botín, aparece en el centro de la imagen y a su derecha y a su izquierda, no hay nada. Un fondo gris que simboliza, claramente, la ausencia de poder lejos de esa posición central, lo que parece coincidir con la declaración expresa del portavoz de los socialdemócratas en el sentido de que se van a mover hacia el centro. Ya se han movido. La prueba gráfica, la pueden ustedes ver en la publicación citada, a nueve columnas!.

Mi vieja enciclopedia dice que el centro es lo mas distante o retirado de la superficie exterior(...), que es un punto en el interior del círculo, del cual equidistan todos los demás. En la esfera, es el punto interior del cual equidistan todos los de la superficie. Del centro de los polígonos, pirámides, de las líneas y las superficies curvas, no voy a hablar, porque lo que aquí interesa es el centro político.

El centro de la circunferencia fue un misterio de la antigüedad clásica que mantuvo ocupados a astrónomos, geómetras y filósofos durante siglos. Parece mentira que un punto en el plano diera tanto de sí y ese problema se prolongara hasta convertirse en la obsesión del imperio napoleónico, que reinventó el centralismo político.

Cuando los primeros diputados se sentaron en la asamblea francesa lo hicieron a la izquierda y a la derecha, respectivamente, de un centro vacío de cargos representativos. Ahora todos se matan por ocupar el centro político, una abstracción que hace las veces de salvavidas, cuando el viento arrecia y no se sabe bien que rumbo tomar.

Cuando un partido político con orígenes históricos de izquierdas, dice que se va a mover hacia el centro, suele significar varias cosas.

Que se aleja de sus orígenes. Que quiere ganar las elecciones, aún a costa de cambiar principios éticos por votos. Que se aleja de los extremos. En uno de esos extremos, el mas alejado, está la pobreza. Me he tomado la molestia de buscar en Google cuantos países tienen una población cercana a los 8,5 millones de habitantes, que es la cifra vergonzante de pobres en este país, que no es un país rico, sino de los ricos, y la lista es tan larga que he optado por omitirla.

Sorprende, si?, esta nación de intocables que vive lejos del centro, después de quince años de prosperidad económica. Estamos hablando de un quinto del país. Curiosamente esta fracción de la población se aproxima al nivel medio de abstención que aparece con una recurrencia tozuda cada vez que se celebran elecciones.

Cuando un partido político con orígenes históricos de izquierda se mueve hacia el centro, se está alejando, en realidad, de ese enorme pozo de abstención, renunciando al esfuerzo que le sería exigible, según sus señas de identidad, para pescar en los caladeros de las gentes que votan, en lugar de tratar de merecer y conseguir el voto de las gentes que viven en el extremo del que se aleja.

Con esa actitud, esas formaciones partidarias, constituidas por clases medias, no por quienes están en niveles (técnicos o humanos) de pobreza, reflejan en sus políticas la propia naturaleza sociológica de su composición.

Por esa razón, los banqueros y otras gentes de poder se fotografían junto a sus líderes, y expresan en los discursos dirigidos a sus accionistas en las juntas generales, su complacencia con los gobiernos de “izquierdas”, cosa que no hacen cuando se refieren a Evo Morales y otros líderes de izquierdas latino americanos, mas cercanos a las clases verdaderamente populares, a quienes dedican, con desprecio, el apelativo de “populistas”, porque, efectivamente, se juntan con los pobres, con lo lejos que están esos desarrapados del centro.

Si solo tiene sentido el centro, abandonemos la vieja palabrería, socialistas o populares. Que los partidos tengan la decencia de prescindir de la retórica histórica. Que se refunden con otros nombres. Puesto que ya hemos escenificado que la política y el dinero tienen un cuerpo orgánico común, bastará que sean reconocibles por su forma de entender el reparto de la renta nacional. 50/50. 70/30. 80/20. Es una opinión.

Por cierto, --Pepiño, vete a tomar por el culo.

Lohengrin. 10-09-07

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