viernes, 14 de septiembre de 2007

ESNOB

Dicen los entendidos que esta expresión se deriva del latín, sine nobilitate, que significa sin nobleza y que se utilizaba como una etiqueta excluyente en los colegios de nobles, cuando acogían a un alumno que no lo era. Antes de ser una carta de privilegios concedida por el rey en pago de algún favor, la nobleza era un atributo del carácter de aquellos que alcanzaban la excelencia, y se encontraba presente, tanto en quienes luego fueron sujetos de ese privilegio --no necesariamente en sus descendientes, que no habían hecho nada para merecerlo-- como en quienes no lo fueron, por haber orientado sus esfuerzos de excelencia hacia campos o intereses ajenos a los de la monarquía.

Si el lenguaje no fuera objeto de tantas manipulaciones y malentendidos a lo largo de la historia, la expresión esnob debería ser ahora mismo sinónimo de carente de excelencia. Sin embargo, la acepción mas extendida, entre otras, del esnobismo, se refiere a una conducta social, mas que a los atributos personales del carácter. Exagerada admiración por todo lo que es de moda o por lo que tiene brillo social. Las dos definiciones son complementarias. Yo la he usado en la página Roma con un sentido acumulativo. Gente que está lejos de la excelencia y tiene una preferencia por el brillo social.

Es difícil alcanzar la excelencia y hacer dinero a la vez, porque ya dijo el banquero de Ciudadano Kane que hacer dinero es fácil si solo te dedicas a hacer dinero, lo que implica prescindir de cualquier otra actividad, y de cualquier escrúpulo u obstáculo que se opongan a ese fin.

Por eso es corriente que entre las gentes adineradas, además de las minorías que merecen, por su formación, su cultura o su sensibilidad, un tratamiento diferenciado, abunden los tipos toscos, las mujeres vulgares, y un desprecio generalizado en sus actitudes por las manifestaciones de la cultura a la que, por razones de oportunismo y de corrección política aparentan admirar y proteger, pero de la que piensan, lisa y llanamente, que es una pérdida de tiempo.

Hay otro aspecto del esnobismo, en este tiempo de prevalencia de la imagen y omnipresencia de los medios de comunicación audiovisuales, que conecta con la acepción que se aplica a las personas que viven atentas a las novedades de la moda o del arte. Las realidades sociales de nuestro tiempo, o al menos, los aspectos de la realidad que muestra la televisión, hacen que la palabra esnobismo se quede corta para describir los nuevos fenómenos protagonizados por los héroes mediáticos como Beckham.

La repercusión pública de estas conductas mediáticas es tan universal y tiene tantos perfiles que, aunque en su origen está la preferencia por la moda y el exhibicionismo social, los lingüistas deberían ponerse a trabajar para inventar una expresión que incluya todos los múltiples aspectos de este nuevo fenómeno, lo que no es nada fácil de definir en un solo vocablo, que no requiera añadir la expresión mediático.

Lo mismo pasa con la expresión excelencia, antiguamente vinculada a vidas enteras dedicadas al esfuerzo solitario en laboratorios, bibliotecas, gabinetes y otros espacios de soledad creativa, en un mundo donde la interacción de los miembros de un equipo está en la base de cualquier logro científico. En estos casos, la excelencia sería una calificación colectiva, compartida, como reconocen cada vez mas los jurados del Nóbel.

Pero, dado que la excelencia no es algo limitado a un campo determinado, sino que es mas bien el reconocimiento de una cualidad que hace que el sujeto sobresalga por sus méritos entre quienes tienen su misma dedicación, por así decirlo, no podemos negarle a Beckham, por seguir con el mismo ejemplo, haber alcanzado la excelencia, solo porque quizás sean mayores sus méritos mediáticos, que los deportivos. Después de todo, la propia monarquía británica tiene en cuenta, sobre todo, la notoriedad, cuando concede un título de nobleza a un cantante, un actor o un deportista.

Llegados a este punto, uno tiene que plantearse un problema espinoso. Es razonable fustigar a ciertos ricos por su aparente déficit cultural? No serán personas que han alcanzado la excelencia en lo suyo, que es la acumulación?

La respuesta no es lingüística, es ideológica. A los ricos hay que fustigarlos, siempre, sean cultos o toscos, bastante fustigan ellos a quienes no pertenecen a su tribu.

Lohengrin. 14-09-07

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