martes, 25 de septiembre de 2007

EL TERCER PIÉ

Nació con un tercer pié en la cabeza. De niño, la extravagancia de su aspecto no le impidió contar con el afecto incondicional de los suyos. En cuanto al resto, los no próximos, al principio no hubo demasiados problemas, porque esa incipiente singularidad quedaba discretamente oculta debajo de la gorra.

Cuando Pedro fue a pescar en el río de su infancia, poco a poco se acostumbró, al verse reflejado en sus aguas, a esa parte de su anatomía que comenzaba a causar extrañeza en sus amigos. Ese sentimiento ajeno era una mezcla de sorpresa, desprecio y también admiración, al comprobar como agarraba con los dedos de su tercer pié descalzo las truchas que intentaban escapar de su anzuelo.

Los mas envidiosos, comenzaron a odiarle al comprobar su imbatibilidad en la portería improvisada entre dos piedras, cuando jugaban al fútbol en la alameda. No había modo de colarle la pelota, sobre todo por el centro, pues cuando sus puños fallaban en el despeje, allí estaba esa extremidad desubicada para salvar, en último término, la situación.

En la escuela, tuvo los problemas habituales en una persona que se sale de los parámetros normales, sobre todo con aquellos alumnos que no eran de su círculo íntimo, pero no por su rareza anatómica, como podría parecer, sino porque su cerebro era un poco mas rápido y algo mas voluminoso que el de sus compañeros, lo que producía no pocos resquemores, al ver que, con menor esfuerzo, --dedicaba casi todo su tiempo a la práctica del fútbol-- obtenía mejores resultados que la mayoría.

Con los años, la afición de Pedro por la práctica del fútbol, se fue convirtiendo en una dedicación apasionada. Ya no le interesaba la portería, sino aprender a crear jugadas de peligro desde el centro del campo, dirigirlas, y ceder la pelota a un compañero para que la clavara en la red de la portería contraria, en el campo municipal, que ya tenía rayas pintadas, porterías y un suelo terroso, pero de dimensiones reglamentarias.

Una tarde de otoño, cuando el viento barría las hojas caducas de los árboles que daban sombra a los escasos espectadores del polideportivo municipal, se dejó caer por allí el entrenador de un club de fútbol de segunda división, y le ofreció a Pedro una plaza en la escuela deportiva que preparaba a las jóvenes promesas del fútbol de Heliópolis, y a sus padres la garantía de que, en su momento, el joven podría hacer compatible esa dedicación, con los estudios para licenciarse en Educación Física, que era la vocación que el muchacho comenzaba a manifestar.

En los vestuarios de la escuela deportiva, se reprodujeron los mismos conflictos relacionales que en el colegio. Pedro tenía a su alrededor un grupo reducido de incondicionales que le querían y le admiraban, junto a otros hostiles, mas numerosos, que le despreciaban y sobre todo, envidiaban esa facultad suya del tercer pié que le daba una evidente superioridad sobre los bípedos normales.

Cuando debutó en las competiciones oficiales de segunda división no pasó nada, salvo que al foguearse en el deporte profesional, su calidad como jugador se confirmó y a sus facultades excepcionales añadió la solidez que da la experiencia.

Al llamarlo un club de primera para incluirlo entre sus fichajes de invierno, parecía que Pedro iba a alcanzar, por fin, después de muchos años de esfuerzo y dedicación, el máximo nivel en su carrera deportiva, pero esa ocasión la frustró un fotógrafo deportivo al divulgar esa singularidad de la tercera extremidad que, aunque parezca increíble, en los ambientes de las categorías inferiores del deporte rey había pasado desapercibida para el gran público.

Enseguida empezaron las discusiones federativas. La Federación española de fútbol, le prohibió participar en competiciones oficiales, con el argumento de que debía federarse con los paraolímpicos. Los paraolímpicos le rechazaron igualmente, con el argumento de que su rareza no podía calificarse de minusvalía, sino, por tratarse de fútbol, de todo lo contrario.

Actualmente, Pedro juega en un equipo de la liga profesional en EE.UU., y se ha ganado la titularidad, dejando a Beckham en el banquillo.

Lohengrin. 25-09-07

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