lunes, 9 de noviembre de 2009

CASINO

La omnipresencia de Camps, por ahora presidente de Heliópolis, en el centro del ruido mediático, unas veces en actos celebrados por sus partidarios, otras veces como protagonista de escándalos que no parecen tener fin, sin que esos mismos partidarios sientan vergüenza de que les represente, es tal, que hemos olvidado que gran parte de lo sucedido en Heliópolis en el último decenio ha estado marcado por la sombra de Zaplana, ese vividor de la política que no había trabajado en su vida cuando accedió a su primera nómina pública.

El listo cartagenero inició su aventura política con la protección de Pedro Zaragoza, alcalde franquista que fue de Benidorm, y accedió al pastel de las finanzas municipales de ese emporio turístico por medio de una arrepentida –lo de tránsfuga no me suena bien-- a la que agradeció convenientemente los servicios prestados.

La experiencia del modelo de Benidorm, transformar un pueblo de pescadores en un remedo de Las Vegas, debió deslumbrar al cartagenero cuando la vivió desde dentro, y cuando su partido le propuso para la candidatura de lehendakari de Heliópolis, aceptó sin remilgos –'Yo estoy en política para forrarme'-- y en cuanto pisó la moqueta de la Generalitat se propuso aplicar el mismo programa que tan buenos resultados había dado en Benidorm. Transformar un pueblo de naranjeros en un lugar que fuera la envidia del mundo gracias a la política de grandes fastos con proyección mediática, que sus sucesores se han limitado a continuar.

Si bien es cierto que la realización mas emblemática de esa política, la Ciudad de las artes, donde no se hace arte, y de las Ciencias, donde no se practican las ciencias, fue, en su origen, un proyecto socialista, lo cierto es que quienes la edificaron –aunque parece que no la han pagado todavía-- fueron las fuerzas de la derecha política en Heliópolis y ese complejo se ha convertido en el centro de la política de espectáculo que se ha impulsado desde entonces sin cesar.

Por tierra, mar y aire, las fuerzas desplegadas para ganar elecciones a golpe de eventos nos han ofrecido el espectáculo de una ofensiva total. Los veleros de la Copa América, los vehículos de la Fórmula 1, y hasta los aviones de los festivales aéreos, han sido los medios de una estrategia férrea para conservar el poder. Una demostración de fuerza quizás excesiva, si consideramos la debilidad de la oposición.

Cuando paseen por Heliópolis y contemplen los resultados materiales de esa política fastuosa, lo harán, aún sin apercibirse, bajo la sombra de Zaplana, el cartagenero listo y sin escrúpulos que, gracias a su política de grandeur, que tan buenos resultados electorales dio a los suyos, llegó a Ministro y ahora calienta un sillón en una empresa que supongo que fue pública y ahora sirve de limbo dorado a ciertos hombres públicos.

Desde ese sillón, Zaplana se preguntará que puede hacer todavía por la comunidad a la que tanto le debe, que lo tiene casi todo, y a la que tanto ha endeudado.

Heliópolis, no lo tiene todo. Le falta un casino. He visto en el periódico de hoy la foto del proyecto de casino que se instalará en la avenida de Les Corts, sin que podamos afirmar quien será presidente cuando se inaugure. Por fin tendremos la realización mas emblemática que nos faltaba para reconocernos como un remedo de Las Vegas, igual que Benidorm, el modelo de Zaplana.

Me pregunto quien lo dirigirá. Sería un final perfecto para la carrera aventurera de Zaplana que dejara el aburrido sillón de empresa que ocupa y aceptara la dirección colegiada, junto con Rus, de ese casino. Ambos serían la viva imagen de De Niro y Joe Pesci(lo he leído en algún sitio). Los imagino en el patio de operaciones del casino recibiendo a su colega, el tuerto, entrando acompañado de sus guardaespaldas, con sus sempiternas gafas de sol, a las tres de la mañana, para probar suerte en la ruleta.

En fin. Casino.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 9-11-09.

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