miércoles, 18 de noviembre de 2009

SI LA COSA FUNCIONA

“He bajado al Maravillas y el bar estaba lleno de clientes. Todo el personal de las contratas de limpieza que peinan el barrio estaba allí. Sumado a los clientes habituales, ese gentío exigía de Tony
una actividad extrema para atender la demanda. Su rostro tenía la apariencia feliz que suele expresar cuando tiene el bar completo.

--¿Que pasa aquí, es la hora feliz, el día del cliente, o qué?

--Es la hora del almuerzo.

He mirado el reloj del bar –hace cinco años que no llevo reloj-- y me he dado cuenta de que hoy he bajado dos horas mas tarde a desayunar. A almorzar, no. Nunca tuve la costumbre de tomar un bocadillo a las diez de la mañana, ni siquiera cuando trabajaba por cuenta ajena.

Mientras esperaba acceder desde la segunda línea de la barra a la primera, he dado un vistazo al periódico local y un titular de la primera llevaba la expresión 'fusión virtual' referida a las Cajas
de Ahorro de Heliópolis, de la que me ocuparé en otra entrada.

Cuando Tony se ha liberado del exceso de demanda en la barra, se ha dirigido a mí.

--Te has cortado el pelo. ¿Porqué has abandonado el look de poeta neo romántico? Ahora pareces un jubilado de los del anuncio de Bancaja.

--Voy al peluquero cuatro veces al año. No me da pa'mas. Pero, dime, ¿Que es eso de jubilado de Bancaja?

–Si te fijas, en sus carteles publicitarios los jubilados siempre llevan el pelo corto...

--Y....

--Eso de apariencia de energía. El mensaje es muy claro. “Usted aún puede vivir muchos años, necesita nuestro plan de pensiones para sostener un nivel de vida adecuado a su temperamento activo”.

--No sabía que fueras un experto publicitario...

--Antes de hacerme cargo del bar trabajé en una agencia de publicidad.

--Fue una buena idea lo del bar. Parece que va bien.

--Sí. La cosa funciona.”

'Si la cosa funciona', así, en condicional, es el título de la película que vi ayer. Una comedia satírica con el estilo inconfundible de Woody Allen, quien es su guionista y director, pero no sale, aunque me pareció reconocerlo en un cameo, en una de las pocas escenas de exteriores urbanos que inserta en la trama con su habilidad característica, para aligerar el peso teatral que tiene su cine.

No todo su cine, porque dos de las películas que ha rodado en los últimos años, 'Match Point' y 'Vicky, Victoria, Barcelona' se apartaban, en mi opinión, de su estilo personal, a mi juicio, no para bien.

Se nota que donde Woody Allen se encuentra a sus anchas es en la comedia urbana, en la sátira, a veces cruel, de la que usa sin medida, para burlarse, a través de los personajes que incorpora, de los aspectos de la sociedad americana que mas rechazo le producen, y todo envuelto en un egocentrismo desatado que solo por su exceso de parodia tiene sentido.

En esta última entrega de su discurso habitual, creo que ha llegado al extremo mas descarnado de ese egocentrismo sin tapujos, encarnado por un enorme actor, Larry David, que protagonizó con gran éxito una serie televisiva que se vio en todo el mundo y fue emitida durante muchos años, 'Crónicas de Seinfield', que da presencia cinematográfica a un egocéntrico cascarrabias, trasunto exagerado del propio Allen, que se pasa la película elogiando su propia mente pensante y despreciando a los pobres ignorantes que surgen a su alrededor.

Esa característica del personaje la usa Allen para fustigar sin piedad a la américa profunda, representada por los catetos del Mississippi que van apareciendo en escena, con su acento sureño, su fanatismo religioso y su adhesión a la Asociación nacional del rifle, por lo que hay que suponer que esta película, en Usa, no habrá gustado a todo el mundo, en particular no habrá gustado en los territorios que fueron el caladero de votos de Bush.

La habilidad narrativa y cinematográfica con la que Allen va incorporando los personajes de la farsa a la acción, son una muestra de su dominio del ritmo. Es un dominador de la comedia y consigue que el tiempo de la película transcurra sin que en ningún momento se pierda la atención del espectador, de modo que cuando termina la proyección, siempre tienes la sensación de que ha sido demasiado corta.

Allen no limita su sarcasmo a la américa cateta, sino que lo extiende al ambiente bohemio de N. York, pues a lo largo del film convierte a los personajes provincianos, a través del mimetismo que ejerce sobre ellos la gran ciudad, en típicos ejemplares urbanos. La chica que llega a la casa del protagonista, un antiguo genio de la mecánica cuántica, termina hablando como el, su madre se convierte en fotógrafa de éxito, pasa a formar parte de la tribu artística de la ciudad y a compartir cama con dos personajes mas o menos intelectuales, y su padre separado asume su homosexualidad, con lo que el foco crítico de Allen se amplía al entorno cosmopolita de N. York, para desvelar su base cateta y provinciana.

Algunos recursos usados en sus películas anteriores, como que los actores se dirijan directamente al público de la sala, sus alusiones al cine de finales de los cuarenta.-- Fred Astaire-- del que ha dicho en algunas entrevistas que lo prefiere a las películas que se han hecho después, los chistes del guión, que consiguen provocar las carcajadas del público, sus sarcasmos dirigidos a fustigar a los meapilas, --Dios es un decorador, etc.-- hacen de esta película un típico producto al que estamos habituados, pero que, en mi opinión, supera las incursiones de Allen fuera de su estilo acostumbrado.

La aparición del último personaje, una mujer a la que el hipocondríaco genio le cae encima en su segundo intento fallido de suicidio, accidente casual que se resuelve en una nueva relación de pareja, cuando el protagonista ya ha sido abandonado por la cateta que apareció en su vida para pedirle refugio, da pie para que Allen escenifique, de nuevo, como hizo en Match Point, en el plano en el que la bola de tenis cae a un lado de la red, pudiendo caer en otro sitio, y ese acontecer marca el destino del personaje, el esencial papel del azar en la vida de la gente.

En resumen, el mismo discurso al que Allen nos tiene acostumbrados pero, esta vez, creo yo, con mas mala leche, con mas ingenio, con menos concesiones, y con el talento insuperable de este autor para la comedia.

Es recomendable verla y que cada uno saque sus propias conclusiones. En Heliópolis, la ponen los cines Lys, en el paseo de Russafa.

De nada.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 18-11-09.

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