martes, 3 de noviembre de 2009

EL JARDÍN DE HELIÓPOLIS (XXXVIII)

(…) LA AGENTE LITERARIA. La mujer que se sentaba a mi lado en el avión de Iberia no parecía haber cumplido los treinta años y llevaba consigo un voluminoso maletín de negocios.

Abrí mi cartera y extraje las últimas páginas de 'El jardín...' aún no terminadas de corregir. Comencé por la página ciento veintiocho y los avatares para colocar guiones en televisión. Mediado el tiempo del vuelo, mi vecina de asiento que, al parecer, había reparado en el contenido de lo que yo leía, se presentó.

--Soy Gracia Vega, agente literario. Me parece haberte visto en el despacho de Rafa. ¿Eres escritor?

--Pues, la verdad, no estoy seguro. He escrito un par de libros no publicados. A Rafa le he ido a proponer algunas ideas, a partir de lo que tengo escrito, para ver la posibilidad de realizar algún guión para televisión.

--Yo, en cambio, estoy completamente segura de lo que hago. Mi intermediación se concreta, precisamente, en guiones televisivos. De cada veinte que recibo, a veces hay uno que me interesa. Si ese es el caso, da por hecho que lo coloco.

--Y, ¿Cómo lo haces?

--Cuando estoy segura de la calidad de un guión, me voy a cenar con el responsable de producción, después le hago una mamada y ya está. Guión colocado. ¿Quieres que te represente?


¿......?

--¿No te habré asustado?

--No, asustado, no. Solo me has sorprendido.

--Será porque no estás al tanto de como funciona este mundillo.

…....

Me preguntaba como aquella mujer de rostro angélico había evolucionado tan pronto hacia el cinismo mas pragmático y extremo. Ella, tal vez se preguntaba como un tipo con huellas en el rostro de haber vivido, seguía siendo un ingenuo que aún creía en los reyes magos.

Cuando desembarcamos en Heliópolis, dejamos morir una hora alrededor de unas copas, para tratar de explicarnos nuestras contradicciones.

--Dime Gracia, ¿cuando pierde la inocencia una chica como tu?

--Veras, yo, como todo el mundo, nací con alas y durante algún tiempo anduve en un estado próximo a la felicidad. Creía en las cosas blancas y azules y no tenía conciencia del negro. Ese mundo idílico duró hasta que los pajarracos negros, que se diferenciaban de nosotros en que tenían plena conciencia de las relaciones de poder, comenzaron a captar prosélitos para su causa, decididos a dominar el mundo alado. Comenzaron por reproducirse ellos mismos con mayor rapidez. Sus ciclos eran mas cortos y su lubricidad extrema, de modo que su población, que al principio era francamente minoritaria, se convirtió en la minoría mas numerosa.
Después, sedujeron, incluso violaron, a un gran número de hembras de otras especies y apareció una población híbrida que se reveló sumisa con sus postulados. Cuando dominaron la mayoría de los espacios aéreos habitados por la humanidad alada, impusieron sus normas y prohibiciones de un modo tan autoritario que, una parte de la población alada, buscando respirar en libertad, perdió sus alas y bajó al suelo para escapar a ese yugo insoportable.
Durante un tiempo, los humanos que habían renunciado a sus alas, volvieron a creer en las cosas blancas y azules, tuvieron un intervalo de paz que les permitió reconstruir sus espacios de libertad, esta vez, en tierra.
Sucedió que, los pajarracos negros, al no tener minorías a quien oprimir, decidieron recuperar a sus antiguas víctimas. Su instinto de poder, al enmohecerse por falta de uso, no les permitía conciliar el sueño y comenzaban a desarrollar una peligrosa agresividad entre ellos mismos. El consejo de la colonia se reunió con urgencia y celebraron una ceremonia colectiva de ablación de sus propias alas. Se incorporaron, para siempre, al mundo no alado, con la misión de reconstruir las antiguas estructuras de poder y dominio.

Para sobrevivir en ese nuevo sistema de poder corrupto, debes deshacerte de tu inocencia.

--¿Quieres decir, Gracia, que ahora están entre nosotros?

--No solo eso, sino que son perfectamente reconocibles. Al ser los últimos que han bajado, se distinguen con facilidad por el tamaño de sus omóplatos. También por los lugares que ocupan, camuflados entre las demás especies, en los centros de poder. Por eso, cuando voy a una editorial, a una productora, o a una oficina de gobierno, lo primero que hago es echarle el brazo a la espalda al sujeto en cuestión. Así se con quien juego la partida.

Y tu, Karl, ¿Cómo es que eres, digamos, tan atípico?

--Verás, yo nací en un tiempo tan remoto, que ni siquiera las gentes tenían alas. También nosotros creíamos en las cosas blancas y azules, pero no había ningún grupo con instinto de poder. El modo de organizarnos se aglutinaba alrededor de los mas experimentados, y a través de ellos se trasladaban , oralmente, los conocimientos sobre el entorno donde vivíamos y sobre nosotros mismos. Ha pasado infinidad de tiempo desde entonces, tanto que mi cuerpo está marcado por los anillos que son la muestra de mi edad vegetal. Si tu curiosidad se refiere a mi ingenuidad residual y a mi relativo desapego por la acumulación de cosas materiales, ello se debe a que mi educación todavía se realizó con los viejos procedimientos de la tradición oral, el respeto a los mas experimentados y a que, por mis viejas raíces, los estímulos materiales consumistas que mueven el mundo ahora, me interesan cada vez menos. Eso no quiere decir que no esté a favor del hedonismo y de los jóvenes, solo que lo desligo del instinto de acumulación. Esto, en lo que se refiere a las apetencias materiales. En cuanto a los restos de ingenuidad, tal vez sean un residuo de mis preferencias por las cosas blancas y azules, común a quienes no se sienten alterados por el deseo de poder.

--Detecto en tu discurso una pequeña fisura, por la que podrían conciliarse nuestras contradictorias experiencias.

--¿Sí?, estimulas mi curiosidad, dime, ¿Que es?

--Hedonismo. La consecución del placer como fin supremo de la vida.

--Para mi el placer, sigue siendo blanco y azul.

--Eso merece ser discutido, para mi el placer, ademas de un goce, mas o menos azul o blanco, puede ser un instrumento para alcanzar lo que me propongo.

--Pero, eso, ¿No es muy cínico, Gracia?

--No mas cínico que tu pretendida distancia del sistema.

--Que dura eres en tus juicios...

--¿Te asusto?

--No. No me asustas. Solo me sorprendes.

--Será que ignoras como piensa buena parte de la gente de este tiempo...

--Ya te lo he dicho. Soy casi un anciano...

--No exageres. Aún tienes una buena mamada.

Después de esa conversación en el bar del aeropuerto, Gracia y yo intercambiamos nuestras direcciones de correo electrónico y cada uno se fue por su lado, no sin antes acordar que yo le enviaría el manuscrito de 'El jardín..' , para que Gracia tanteara la posibilidad de negociar el guión de alguna serie con la televisión autonómica.

Después regresé a casa y me puse a escribir mis experiencias con el editor tramposo, el concurso literario de Sevilla, mis tanteos para apalabrar algún guión en Madrid y la sorpresa de haber conocido a Gracia Vega, agente literaria.

Ahora, en la calma cotidiana del gabinete en el que escribo, me parecen ridículos mis tímidos intentos de romper la confidencialidad de mis escritos. El secreto es una sensación cálida que da cobijo y alienta mis necesidades de expresión, sin los inconvenientes de salir al mundo de Gracia Vega.”

CONTINUARÁ

LOHENGIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 3-11-09.

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