domingo, 1 de noviembre de 2009

EL JARDÍN DE HELIÓPOLIS (XXXII)

YA ES PRIMAVERA EN EL JARDÍN (….) “Las temperaturas mínimas en el exterior son extremadamente bajas, como corresponde al punto álgido de la estación de invierno. Decidí devolver a la carpeta la representación del jardín en invierno y extraer la que el diseñador gráfico había compuesto para la primavera.

Regresé al sillón de mimbre para contemplar el nuevo panorama y una oleada de vida sacudió mi ánimo, un tanto disminuido por las carencias del invierno. Las hojas de las vides eran verdes, crecían en tamaño y ocultaban en su interior los incipientes racimos de pequeñas yemas que estallarían en formas globulares antes de ofrecer la maravilla de la siguiente cosecha de otoño.

Las gauchas anaranjadas se reproducen con rapidez en el bancal de las flores, junto a las adelfas, las jaras y las ginestas amarillas. De las plantas aromáticas, solo el tomillo ofrece una mínima floración y su aroma inconfundible, perfecto para perfumar el rabo de toro. El resto de las especies de aroma duermen todavía un sueño estacional que prolongarán hasta el estío.

El jacinto vuelve a emerger de la tierra con su fulgor púrpura y el impulso de su verticalidad lo eleva en dirección al sol de la tarde que el proyectista ha puesto en el fondo de la composición. Las petunias, margaritas, rosas y crisantemos, ofrecen sus colores y aromas en el bancal floral con una intensidad que satura los sentidos.

En el bosque, los álamos, los arces y los cedros, vuelven a ofrecer la sombra de sus hojas y los frutales comienzan a exhibir la muestra de sus futuros frutos, en forma de mínimas floraciones todavía incipientes, que expanden su presencia en el silencio del jardín. La vara de avellano, separada del resto, muestra signos de un modesto crecimiento y comienza a mostrar sus primeras hojas. El árbol de palabras, en el laberinto, comienza a ofrecer de nuevo sus frutos comestibles,
enmascarados entre los indigestos.

El delicado azul de las lilas, muy adelantadas, pone el contrapunto de su color, ausente en las otras especies y el entramado de su floración, con su sofisticada geometría puntillista, se asemeja a las filigranas coránicas del jacinto, mientras el magnolio ofrece su permanente presencia majestuosa de árbol centenario, pero el barón rampante que lo habitaba ya no está.

El drago milenario sigue encarnando con su presencia la sensación de longevidad que ofrece a los hombres metálicos que lo contemplan, que perciben su cercanía como una confirmación de su propia fragilidad, del carácter fugaz de su paso por el tiempo. Los helechos gigantes, anteriores a la aparición de la especie humana en sus dominios, lucen una suprema indiferencia desde su elevado porte, mientras esas criaturas limitadas que viven a ras del suelo, todavía deberán esperar millones de años para recibir el regalo de su presencia en el mundo.

La actividad aviar en la pajarera crece intensamente y el canto de los jilgueros se vuelve mas expresivo y sofisticado, como corresponde a la estación de apareamiento. Las mariposas Monarca despiertan de su letargo y vuelven a las ramas de los sauces. El clima todavía fresco hace que prefieran el cobijo del entramado arbóreo, junto a la alberca, para su descanso, en lugar de los nenúfares, mientras las arañas, colgadas de sus hilos de seda, se preparan para la migración de primavera a otros lugares, adonde llegarán siguiendo las corrientes cálidas del viento que circula
junto a las costas mediterráneas.

Tal vez, las arañas viajeras acaben echando sus amarras en los capiteles que todavía resisten en el Partenón, o quizás se cuelguen de las columnas neoclásicas en alguna mansión edificada por un capo de San Petersburgo en una urbanización de lujo en Torrevieja. ¿Quién lo sabe?

Ya es primavera en el jardín de Heliópolis y la intensidad de colores y aromas que se concentra en ese lugar literario al declinar la tarde, produce la misma sensación que puedes percibir en la ribera del Arno, apoyado sobre el pretil, cuando la luz dorada de la Toscana se vuelca con su aroma fluvial sobre el puente viejo florentino.

Cuando escribes mil doscientas palabras a partir de una sensación doméstica, a veces relees lo escrito y no parece verdadero. Si dispones de una historia, aunque sea pequeña, tu productividad aumenta de un modo visible, pero no es la verdad de la historia lo que le da sentido, sino la forma literaria que la envuelve. En ocasiones, es mas difícil hacer creíble la verdad que transformar la realidad en ficción. Si careces de cualquier mínima historia, abres la página del tratamiento de textos y el vacío iluminado de ese rectángulo a algunos les da un poco de vértigo. Es difícil exceder las seiscientas palabras cuando no partes de una historia que las soporte, pero, en ocasiones, el placer creativo puede ser mas gratificante.”

CONTINUARÁ


LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 1-11-09.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios