miércoles, 25 de noviembre de 2009

EL FÚTBOL

Ayer vi el primer tiempo del Barça-Inter, como supongo que hicieron millones de espectadores.El mundo del fútbol se ha ido consolidando con el devenir de los tiempos como algo muy serio, mientras que la política ofrece cada vez mas las características de mero espectáculo. Quien antes se dio cuenta de esa transustanciación del peso trascendente de ambos mundos fue Vicente Verdú, escritor y sociólogo alicantino, muy vinculado a la cultura universitaria norteamericana.

En un artículo suyo que leí hace muchos años, daba cuenta de ese fenómeno con la solidez analítica que caracterizaba sus escritos. Usuario pionero de Internet, cuando aquí nadie le prestaba atención aún a ese nuevo fenómeno mediático, unía al enfoque sociológico de sus escritos un conocimiento informado de las tendencias culturales emergentes y sus artículos parecían grabados con un estilete sobre la materia de la realidad.

Ahora, los mejores analistas de la realidad, quienes con mayor profundidad bucean en ella, alcanzando límites inverosímiles de precisión y detalle son los periodistas deportivos, mientras que los miles de tertulianos, escritores, periodistas gráficos, gurús de los telediarios, especialistas internacionales y demás observadores de la realidad política, parecen quedarse en lo superficial.

Partícipes de la moderna concepción de la política como espectáculo, han perdido la motivación para investigar mas abajo de esa capa y en lugar de trabajar con el buril, pasan suavemente la pluma por encima de la epidermis de los sucesos políticos y aceptan su papel de comentaristas frívolos de un relato público cada vez mas semejante al de las revistas del corazón.

Los medios de comunicación, creadores y partícipes a la vez de esa nueva realidad, dedican espacios cada vez mas prolongados al serio fenómeno del fútbol. Han inventado espacios previos a la celebración de los actos deportivos y largos análisis posteriores para explicar las razones y las causas de lo que ya ha acontecido.

A las astronómicas cifras que mueven los clubes de fútbol, se suman las cuantiosas facturaciones de los medios, por la publicidad que cabe en esos dilatados espacios de información deportiva, tanto en televisión, como en la prensa escrita y en las emisoras de radio. Si Verdú no hubiera derivado hacia el descreimiento y la amargura --eso he creído advertir en sus últimos escritos, y lo siento, porque parece una persona que sufre-- tal vez nos ofrecería ahora un informe documentado y cuantificado del peso social y económico del fútbol, de su seriedad trascendente comparada con la frivolidad de la política.

Es posible que esa transformación política y mediática tenga su lado positivo, porque ya sabemos, por la experiencia histórica, lo que puede suceder cuando se toma la política demasiado en serio. No solo me refiero a nuestros conflictos nacionales, también al asesinato de los alcaldes de Fago y Polop, y a la salvaje decapitación colectiva sucedida en Filipinas por disputas políticas y electorales.

A la vista de las salvajadas que a veces suceden en nombre de la política, uno no sabe si lamentar o celebrar el aumento del peso del fenómeno del fútbol en el conjunto de la sociedad, pues parece que actúa, en ocasiones, como un lenitivo que permite soportar mejor los aspectos mas negativos de la realidad.

Es cierto que el salvajismo y la violencia se manifiestan también, en ocasiones, en el mundo del fútbol, lo que parece indicar que esa es una tendencia humana que lo mismo puede revelarse en uno u otro entorno.

Aquí es donde echo de menos, de nuevo, a Verdú. No conozco otro analista de las actitudes y conductas sociales que sea capaz de hurgar con precisión y rigor en la realidad, para intentar revelar la paradoja de que los seres humanos seamos a veces tan violentos en cuestiones como la política, que se ha convertido en mero espectáculo que no merece tal derroche de furia, aún con su lado opaco de intereses ocultos, mientras que el fútbol, siendo como es, en la actualidad, un serio fenómeno social, casi se ha despojado del fanatismo primario de sus orígenes, y parece haber alcanzado una trascendencia mayor que la política.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 25-11-09.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios