martes, 24 de noviembre de 2009

EL BANCO, LA PRÉDICA Y LA MUJER DEL PRESIDENTE.

De quien dirige un Banco uno debe, por principio, desconfiar. Ese axioma está avalado por la experiencia recurrente de que, cuando se baja la guardia, cuando relajas la alerta, te roban la cartera. Ahora se deja caer Trichet –jefazo del Banco Central Europeo-- por aquí, y nos dice que debemos estar orgullosos de nuestro sistema financiero.

Vamos a ver. Trichet se refiere, supongo, a que la solidez patrimonial de nuestros bancos y su resistencia a la crisis financiera se ha mostrado superior a la de los de otros países. Bueno. Veamos que ha pasado con el patrimonio de sus clientes. Toda la banca española, ante la mirada impávida del Banco de España, realizó en su momento una operación de seducción irresistible, poniendo en juego diferentes recursos, alargar los plazos de devolución de las hipotecas, dar créditos por el cien por cien del valor, incluso mas, de unos inmuebles que estaban sobre valorados. Quienes vendían los inmuebles y quienes los financiaban, sabían que estaban sobre valorados.

La consecuencia para millones de españoles es que ahora se encuentran hipotecados de por vida, y son propietarios de unos inmuebles que, en el mejor de los casos, valen un treinta por ciento menos que el importe del crédito que deben satisfacer para pagarlos. Eso, en lenguaje vulgar, parece una estafa monumental. ¿Debemos estar orgullosos de nuestros banqueros? No sé.

Podríamos preguntar al gobernador del Banco de España, ese alto funcionario que ha sido rebatido, desautorizado, repetidas veces, desde el mismo gobierno que lo nombró, desde los medios de comunicación, especialmente desde la 4, y desde estas mismas páginas, por sus recurrentes intervenciones sobre la reforma laboral, cuando ese asunto era tabú.

Ahora las cosas han cambiado. Gabilondo reconoce que no se había entendido al gobernador, pero que tiene razón y el presidente se felicita de que por fin se vislumbre un acuerdo sobre reforma laboral, un concepto tan ambiguo que permite que cada una de las partes afectadas por esa supuesta reforma, lo interprete a su manera.

Los empleos los crean, y los destruyen, los empleadores, no los gobiernos. La excepción a esta regla se produce cuando los gobiernos dedican directamente recursos para subvencionar empleos y evitar que el paro siga aumentando. Cuando se agotan esos recursos y el desempleo no se contiene, vuelven a aparecer en escena los empleadores y sus chantajes, a los que los gobiernos se ven obligados a ceder, por diversas razones, entre otras, electoralistas.

Me gusta escuchar los editoriales que Gabilondo suelta al final de los telediarios de la noche en la 4, es un resumen de su opinión sobre los acontecimientos que se suceden cada día, pero ayer le escuché en una entrevista de la sexta declarar que su primer trabajo periodístico fue dirigir una emisora de radio, y que su jefe era el Obispo de Bilbao.

Ahora entiendo el aire tan personal que tienen sus intervenciones, una parte de análisis político y otra de prédica. Su cambio de posición sobre las recurrentes declaraciones del gobernador del Banco de España en favor de la reforma laboral puede estar mas relacionado con la liturgia de la homilía, que con el análisis.

Para liturgia, la que ha escenificado el PSOE en su último acto político de apoyo a Zapatero. Ha tenido que venir un gurú con turbante –dicen que consejero de Obama-- para que Sonsoles Espinosa, de quien siempre he admirado su esfuerzo y su tesón para mantener su independencia personal y una cierta distancia del cargo público del presidente, haya aceptado protagonizar un descenso por las escaleras –mecánicas-- en el mas puro estilo de puesta en escena cinematográfica.

De los tipos que jaleaban con chistes y proclamas a las personas públicas que iban apareciendo solo diré que evocaban los shows televisivos norteamericanos mas audaces. La presencia de Felipe González en el show, parecía la prueba definitiva del lema del acto. Zapatero no está solo.

A mi, la verdad, esas demostraciones públicas, esa preferencia por el espectáculo, en lugar de por el oscuro trabajo en los despachos, no me parece mal, ni bien. Me jode mas que venga Trichet diciendo que tenemos unos banqueros que son el orgullo del mundo, y la rara unanimidad que observo entre gobierno y periodistas al referirse a la reforma laboral. Cuando alguien me habla de reforma laboral, por principio, desconfío. Como en el caso de los banqueros, no puedo evitar el sentimiento de que alguien me quiere quitar la cartera. Por lo demás, ¡Que siga el espectáculo!.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 24-11-09.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios