viernes, 6 de noviembre de 2009

ESCUCHAS

El otro día vi una trifulca parlamentaria por la tele –los políticos le llamen debate, pero yo creo que los rifirrafes que se montan para el consumo mediático no alcanzan esa categoría-- y a Rubalcaba
exhibiendo un contrato firmado por Rajoy con Sitel, cuando era ministro del interior en 2001.

Sitel, según mi particular manía de descifrar siglas parece querer decir, Sistemas de intervención de telefonía, y Rubalcaba mostraba ese papel en el parlamento para contestar las acusaciones de los populares que le atribuyen haber montado un Estado policial en relación con las escuchas de la policía que han destapado diversos escándalos de corrupción, entre ellos, el llamado caso Gúrtel.

Si, como parece, las escuchas se realizan previa autorización judicial, no parece muy preciso hablar de Estado policial, pero si de escuchas del Estado, puesto que al ser los jueces un poder del Estado, y ser ellos quienes las autorizan, escucha la policía, si, pero por mandato del Estado.

Mis amigos libertarios siempre han echado pestes del Estado, porque les ha parecido un ente represor que se dedica, sobre todo, a anular las libertades de los individuos y a petrificar estructuras de dominio injustas sin las que se supone que viviríamos mas felices. Mientras hubo un relativo bienestar en las sociedades occidentales, esos mismos amigos cambiaron algo su opinión, porque entendieron que el Estado podía actuar como un mecanismo que compensara el salvajismo del mercado y limara las desigualdades.

Ahora que ese relativo bienestar se ha dilapidado por la codicia del mercado, el papel del Estado está mas en funciones de beneficencia que de redistribución, pero sus estructuras de poder permanecen intactas y, por lo que se ve, tanto si quienes lo gestionan son partidos de derechas, como si son de izquierdas, sus métodos represivos no varían.

Puedo entender que Rajoy, --un hombre de derechas-- en el entorno de los atentados relacionados con el extremismo islamista ocurridos por entonces, en los que los teléfonos móviles tuvieron mucho protagonismo, dotara a las fuerzas policiales de instrumentos modernos de escucha telefónica.

Me cuesta mas entender que cuando los socialistas llegaron al poder, no limitaran al mínimo esa práctica fisgona y que ahora la hayan utilizado sin restricción alguna hasta llegar, no a un Estado policial, pero si a un Estado fisgón.

Son incontables las transcripciones de conversaciones telefónicas que se han publicado en la prensa. Está claro que si hay sospechas fundadas de una práctica ilegal se puede investigar al presunto delincuente. Pero, ¿Se han parado a pensar cuantas personas no implicadas en tramas sucias habrán llamado a esos teléfonos intervenidos? ¿Cuantas conversaciones privadas, íntimas, ajenas a los asuntos investigados habrán pasado por los filtros de los escuchadores?

Para tener una idea de los flujos de conversaciones que habrán sido fisgados, sin tener relación alguna con la investigación, les sugiero que evoquen una excelente película. La vida de los otros. Describe las escuchas sistemáticas a los ciudadanos del Berlín Este cuando formaba parte de la República Democrática Alemana y es un ejemplo nítido de lo que es un Estado fisgón, solo que aquel no era un Estado democrático al uso.

Nos dicen que las transcripciones que no tienen relación con el caso investigado son destruidas, para eso están las cautelas judiciales, pero, si son destruidas es que antes han sido escuchadas. Hay otro aspecto gracioso del caso. El partido popular de Heliópolis ha elevado una queja porque afirman que algunas palabras de Correa, el capo de la trama, que exculpaban a Camps, no han sido tenidas en cuenta por Garzón. Eso nos lleva a evocar otras películas en las que los escuchados, cuando se dan cuenta de que tienen intervenido el teléfono, difunden mensajes falsos a propósito para confundir a quienes les escuchan. Sospecho que eso es exactamente lo que ha ocurrido con las palabras exculpatorias de Correa, y eso explicaría que Garzón no les haya dado credibilidad

Si a toda esta sopa de escuchas telefónicas, le añadimos los espionajes entre políticos del mismo partido en la comunidad de Madrid, todo parece un asunto de película de espías, si no fuera por que en medio de ese follón. habrá centenares de ciudadanos ajenos a la trama que han sido escuchados, espiados, por el mero hecho de marcar el número de alguna persona con la que no les unía ningún vínculo mafioso.

Temo que, al final, tendré que darles la razón a mis amigos libertarios, el Estado es, cada vez mas, una estructura de poder represivo e inmovilista, y cada vez menos un poder institucional que disminuye las desigualdades y fomenta el bienestar de los ciudadanos, funciones estas degradadas, por el fracaso del mercado, a un nivel de mera beneficencia.

LOHENGRIN. CIBERLOHENGRIN.COM 6-11-09.

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