lunes, 1 de abril de 2013

CRÓNICA (IMPRESIONISTA) DE BENIDORM/VIOLETA

Camino por la playa de Poniente en dirección a Cala Finestrat, justo cuando la luz declinante pone un reflejo violeta sobre los imponentes edificios que la habitan, me pregunto que milagro óptico puede ofrecer tanta belleza a los simples mortales y, sobre todo, porqué eso es así, si, en general, no lo merecemos.

A ver, que levante la mano quien tenga algo que ver con la belleza de las puestas de sol en Cala Finestrat, ¿Los constructores?, no. El sol ya estaba allí, y sus combinaciones a partir de la luz declinante son anteriores a la colonización de esta playa por los capitales madrileños.

Sea como fuere, la tarde cae aquí con la misma majestuosidad que en la isla de Manhattan. Miro hacia Poniente y se me ocurre que si algo, o alguien, ha intervenido para inventar esta fiesta de los sentidos, tal vez ha podido ser ese monte de la sierra, que exhibe una hendidura en su cumbre por donde escapan los últimos rayos de sol, en esta tarde mágica del día veintiocho de marzo, tercer día de nuestra estancia aquí.

Ignoro a que se debe esa fractura geométrica en la cima del monte. ¿Una cantera?. Pregunto, y nadie me aclara nada. ¿Una pelea entre dioses y titanes? ¿Una fractura debida a causas geológicas?. Cuando vuelva a casa lo miraré en Internet.

Sospecho que existe alguna leyenda, incluso hay quien afirma que el islote que aparece frente a la costa, es el fragmento de roca que falta en el monte. Yo, no lo creo.

Dejaré de reflexionar sobre este misterio de la naturaleza, tomaré un café en un lugar de la playa, orientado a poniente, y disfrutaré, sin mas, del espectáculo del ocaso declinante, sin hacerme mas preguntas, aunque ya estoy pensando en la crónica de mañana, centrada en el color rojo.

En fin. Benidorm/Violeta

(Continuará...)

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 28/03/13.

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