martes, 9 de abril de 2013

LA MIRADA

Desde que he vuelto de vacaciones siento que padezco una variante de la presbicia, ya saben, vista cansada. Me he cansado de mirar a tipos despreciables de la política, ya se que no son todos, pero me ocurre que alguno en particular, el presidente de la comunidad de Madrid, me provoca el vómito cuando percibo el grado de extremo cinismo que pone en sus declaraciones.

En otro tiempo, en el Partido Popular había personas que podías escuchar sin sonrojarte. Aunque no compartieras sus ideas, su modo de comunicarlas no alcanzaba el rastrero retorcimiento del lenguaje que ahora practican todos ellos.

Mi vista está cada vez mas fatigada de ver la efigie de Rajoy, Guindos, Montoro, Gallardón o Báñez. Es algo orgánico, no creo que pueda continuar mucho tiempo manteniendo mi interés por los sucesos políticos, si para ello tengo que someterme a escuchar las obviedades, manipulaciones y falsedades de esta generación de mentirosos compulsivos, falsarios y malos comediantes que cada día nos alejan de un modo de concebir la política que alguna vez tuvo un resto de dignidad, de la que ahora parece no quedar nada.

Me canso de ver a quienes pronuncian con grandilocuencia la palabra democracia, como el presidente del congreso, que cada día demuestra con sus actitudes que tiene un concepto de la democracia, puramente formalista, algo de articulados y sanciones, sin ningún contenido vinculado a la vida real de sus electores, y que demuestra cada día el fondo reaccionario de su carácter, algo tan alejado de una concepción popular de la democracia, que se  ve claramente que el tendría que estar en la corte de una democracia absolutista, porque para otra cosa, no vale.

Ustedes me dirán, con razón, si eso te hace daño a la vista, pues no mires.
(...)
Eso justamente es lo que trato de hacer hoy, desviar la mirada de la actualidad política y centrarla en otra cosa, para salvarme de la presbicia galopante que me produce el indigno espectáculo de la política neo conservadora en España. 

Por suerte, esta tarde se han reanudado las clases en el aula de teatro del centro municipal de Ciutat Vella, y el reencuentro con mis colegas ha sido una verdadera delicia. El tono esencialmente físico de la clase de esta tarde, con los ejercicios de voz,  de calentamiento, y el juego sucesivo de la danza con músicas sesenteras, la teatralización de algunas de las canciones, los intercambios de parejas, combinados con las actuaciones en solitario, durante un par de horas prácticamente sin interrupción, han conseguido que olvide mi mirada a la actualidad política y, por arte de magia, la presbicia ha desparecido.

No me he cansado de mirar hacia la vida, el arte, la música, todas las compañeras me han parecido mas guapas que antes, todas las músicas mas alegres, mas divertidas, hasta el talante del profesor me ha parecido incluso mas amable, mas cómplice, de modo que cuando ha terminado la clase, he mirado, lo he mirado todo, y me he sentido curado de la presbicia, si.

Esto indica, me parece a mi, que lo que vemos no es exactamente tal cual lo vemos, sino que depende de como lo miramos, de nuestra mirada. Cerremos los ojos, pues, al menos temporalmente, a aquello que no merece la atención de nuestra mirada, fijemos la atención en las fuentes de satisfacción que nos ofrece la vida, y dejemos solos, aunque sea temporalmente, a esos sujetos despreciables que nos fatigan con su presencia, con sus vanas palabras, que los escuchen otros, después de todo, ellos no hablan para nosotros, hablan para otros, que los escuchen ellos, si quieren. 

En fin. La Mirada.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 9/04/13.

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