sábado, 6 de abril de 2013

RETORNO AL PASADO

He vuelto del mercado con una merluza fresca, convenientemente troceada después de despojada de sus espinas, y un gallo de un tamaño muy respetable, partido en dos, para hacerlo a la plancha, que mola mucho mas que los lenguados que he visto por aquí, no así los que he comido alguna vez en un bar de Dènia.

Nos hemos detenido en el pakistaní, para comprar fruta y pan de pueblo y, mientras esperaba a Encarna que hacía cola en el interior de la tienda, por puro aburrimiento, he comprado El País. Ahora estoy leyendo las páginas de opinión y Babelia, sin salir del aburrimiento, y percibo en un par de colaboraciones la sensación de que el modernismo ha muerto, y hay una ola reaccionaria que procede de las desventuras económicas que nos afligen y hace que consideremos que cualquier tiempo pasado fue mejor.
(...)
Babelia abre con la afirmación de que Wagner es eternamente moderno, o sea, que si para encontrar algo moderno, ahora mismo, hay que volver a Wagner, apaga y vámonos. Jesus Ferrero, en la 34 de opinión, va mas lejos. Sostiene que el poder no es represor, sino que es el gran incitador de las bacanales, que eso es lo que ha sido la fallecida época de abundancia y para ilustrar su opinión nos recuerda la gran bacanal del sexo, la muerte y la sangre que fueron las fiestas de inauguración del coliseo, a las que asistieron, según Ferrero, los trescientos mil parados que entonces tenía Roma. 

Afirma que vivimos en un universo lleno de mensajes incitadores sobre el comer y el follar. ¿Cuantos programas gastronómicos hay en la televisión? ¿Y cuantos que tocan de una u otra manera el sexo..? En contraposición a esta sociedad tan semejante, según Ferrero, a la antigua Roma, es decir, al pasado, alude a los anoréxicos, como los anacoretas de entonces. En fin. Todo vuelve, nada hay nuevo bajo el sol, por tanto, nada puede revestirse de modernidad. 

Si a estas dos opiniones, añadimos que hace poco el IVAM, nuestro museo de arte moderno, ofrecía en sus salas arte religioso, y que yo mismo, en alguna página del blog, he ofrecido los aforismos de Nicolás Gómez Dávila, el mayor de los reaccionarios que se pueda imaginar, que sostiene que nada de valor se ha hecho después del feudalismo, habrá que concluir que, nos guste o no, vivimos en, y del pasado, si. 

Por suerte, en Facebook veo de vez en cuando las cosas que hace Carmen en Berlín, o los proyectos de Artistas Emergentes y me reconcilio con la modernidad, o si se quiere, con la contemporaneidad, con todos aquellos que viven en su tiempo y, sin ignorar las bases históricas del arte, ponen sus energías en un empeño innovador que no es otra cosa que impregnar lo que hacen del aire fresco de su tiempo, el suyo propio, no del clima reaccionario y decadente que otros respiran y hacen respirar a través de una visión fracasada de la vida, que suele ser la que se aferra al pasado para justificar ese fracaso.

Mirar hacia atrás es una tentación a la que a veces cedemos, yo mismo he pintado en alguna página del blog, los últimos treinta años de nuestro tiempo político como algo idílico, que ahora hemos perdido. En todo caso, esa sensación no puede ser acertada o equivocada, porque es eso, una sensación, pero sería equivocado deducir de ella que aquella fue una época sin conflictos. 

El conflicto es inherente a la naturaleza humana, y es la debilidad para enfrentarse a el lo que conduce a la falsa sensación de que cualquier tiempo pasado fue mejor. 

No conviene caer en la trampa del falso reflejo al mirar el espejo de la nostalgia, sino tratar de fortalecerse para enfrentar las situaciones confusas, que los historiadores explicarán mejor cuando pase el tiempo, no parece bueno el retorno al pasado, no comparto la modernidad de Wagner, ni la asociación de la sociedad actual con la Roma antigua, sino que, si tuviera ahora veinte o treinta años, me gustaría que alguien me pidiera enfrentar el presente con la energía de la juventud. 

En fin. Retorno al pasado.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 6/04/13.

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