miércoles, 19 de octubre de 2016

LA CARRILLADA

Ayer, cuando volví del Aula de Teatro, me puse a guisar unas carrilleras. Me relajó mucho, aunque las dejé a medio hacer, para terminarlas hoy, pues mañana las he de llevar a Godelleta, en la olla exprés. Será mi contribución a una comida anarco amistosa, convocada por Eutiquio, cura, anarquista y ex secretario de un sindicato de CGT, a la que he tenido el honor de ser invitado.

Esa organización anarco sindicalista aún sobrevive, a pesar de la dura competencia de los sindicatos más próximos al sistema. Nunca he sido un sindicalista activo, pero me siento gratificado por haber sido, durante dos años, asesor económico de CGT, cuando Bartual, que se encarga mañana de preparar una torrada que completa el menú de la comida, fué su secretario general.

Mientras escribo estas líneas, escucho el zumbido del vapor que sale de la olla. He comprobado, antes de volver a ponerla al fuego, que la carne todavía no tiene esa textura melosa, suave, característica de una buena cocción, y el sabor del caldo refleja demasiado el azúcar del Xerry, por lo que he debido rectificarlo de sal.

Puede parecer exagerado, pero conseguir una buena carrillada, en su punto perfecto, es tan complicado como constituir un gobierno de coalición. En ambos casos está en juego, cuando se trata de la carrillada, la satisfacción de los paladares de los comensales. Una satisfacción que, además de inmediata, percibida por la razón gustativa, puede llegar a ser permanente en el recuerdo de quienes la disfrutan.

De igual modo, según sea la mezcla representativa en un gobierno de coalición, la ciudadanía percibirá sus efectos como algo positivo, un éxito de gobierno, aunque sea temporal, o bien se sentirá defraudada porque los ingredientes puestos en el guiso no dan el resultado que se esperaba. También en este caso, la sensación que perciban los ciudadanos puede llegar a ser permanente, hasta el punto de no volver a votar a los responsables de una coalición mal cocinada.

No estoy seguro de que esta analogía entre carrillada y coalición sea coherente. Menos aún, que la expresión coalición sea coherente con abstención, ese término que parece tener una naturaleza mágica, que, solo con invocarlo, sea la solución a la falta de unidad gustativa de los ingredientes con los que se cocina ahora el guiso político en este país.

Tampoco afirmo, en modo alguno, que las consecuencias, meramente personales, de un error en la elección de los ingredientes, o en su tratamiento en la cocina, para conseguir una buena carrillada, sean comparables a las trágicas consecuencias sociales que se puedan derivar de una mala elección al configurar una coalición de gobierno, o forzar una abstención contraria a principios y valores que son propios de quien se abstiene.

Solo sostengo que el hecho de elegir, sea entre una variedad de ajos ú otra, entre una ú otra filosofía política, tiene en si mismo una cierta complejidad y lleva aparejado el inevitable riesgo, personal en un caso, colectivo en otro, de caer en el error.

Consciente de esa dificultad, cuando cocino la carrillada lo hago con una receta experimentada durante mas de treinta años. La lista de ingredientes de aquella receta, exceptuando la carne, --una receta publicada en su día que se le atribuyó, entonces, al cocinero de Felipe González para el rabo de toro-- es la que sigo usando desde entonces, y ahora, para la carrillada. El otro día se lo comenté a un colega de Teatro y me dijo, --Ahora tendrías que meter en la olla al propio Felipe González.

Una lista de ingredientes, no es suficiente. A la hora de la verdad, sabes que has de poner dos ajos secos en el sofrito, pero de la elección de esos dos ajos, de su estado, de su textura, depende en buena parte el sabor del guiso. El tomillo, si lo has traído hace tres días de la sierra, fresco, mejor que uno que ya esté apolillado desde la última vez que hiciste ese plato. En cuanto al Xerry, has de tener ojo, que sea seco, no dulce, para que no te pase como a mí hoy, que me equivoqué con el fino, y ahora he debido corregirlo con la sal.

No voy a dar la receta completa de la carrillada, pues cualquiera la puede encontrar en la sección de cocina del blog, en realidad, mi preocupación básica al escribir esta entrada es alertar a aquellos que han de tomar decisiones, abstenerse, no abstenerse, formar un gobierno, en su caso, que sea capaz de responder a las expectativas que el país demanda, que dejen de leer a Maquiavelo y se pongan a estudiar el extenso catálogo de necesidades sociales urgentes e importantes que afectan a una parte sustancial de la población.

Si no se sienten capaces de hacer frente a las dificultades de todo tipo que conlleva cubrir esas necesidades, que abandonen sus ansias de gobernar, en favor de quien pueda y quiera hacerlo.

Hecha esta declaración tan generalista, aprovecho para que quede claro que, yo, no quiero a Rajoy en este guiso.

En fin. La Carrillada.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 19 10 16.

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