miércoles, 5 de octubre de 2016

PROTOCOLO

Esta tarde está resultando un poco rara, aunque estoy convencido de que no tendrá el menor interés para ustedes que les cuente porqué. Por un lado, estoy convirtiendo el blog en una agenda personal mía, ajena a cualquier disciplina de servicio al usuario, de otro lado, es un modo de canalizar mi inusual productividad, siete entradas en lo que va transcurrido de octubre, es algo que creo que no había sucedido antes en este sitio de Internet.

Sucede que mi mujer se ha ido a la Pedanía de El Saler, a recoger a nuestros nietos del colegio, y acompañarlos hasta que vuelva su madre, que es docente y está en una de esas tediosas reuniones de protocolo escolar, que se convocan sin atención alguna a las necesidades de conciliar la vida profesional y familiar, y sin ningún respeto a las actividades libertarias de los abuelos.

Esta tarde he acudido a la consulta del oftalmólogo, mientras esperaba, frente al ordenador, a que diera la hora de salir a la consulta, ha acontecido la primera de las cosas raras a las que me he referido.

He consultado Yahoo --nunca lo hago (por las tardes)-- y he visto la imágen de una mujer desnuda, que me ha perturbado un poco, porque tenía un extrardinario parecido con Cármen. Su misma estatura, su mismo pelo corto y moreno, su edad aparente, su poco pecho, todo su aspecto físico me recordaba a Cármen, aunque he tenido una duda de identificación, esta mujer, la de la pantalla, lucía un abundante vello púbico y Cármen, la verdad, aunque me ha enseñado tres veces las cicatrices de su tórax por una cirugía mayor, no sé si su pubis está poblado de vello, o está depilado. Mañana, cuando tome café con ella en la terraza de La Fuente, le preguntaré.

Ya en el ambulatorio, me ha extrañado que estuviera prácticamente desierto. Por un momento, he creído que se trataba de un aviso de bomba, porque he visto que había tres coches de bomberos a la puerta, pero se han ido enseguida.

Una de las ideas que ahora se me amontonan en mi cogote por la hiperactividad de octubre, es que debemos estar contentos porque al acudir al hospital, o al ambulatorio, no se nos cepillen las bombas rusas o americanas, como pasa en Siria casi cada día. Nuestro sistema de salud funciona, y es seguro.

Eso pensaba yo, cuando la enfermera ha asomado por la puerta y ha llamado, --Enrique... Cuando han comenzado a atenderme las dos mujeres de la consulta, la doctora y su enfermera, a hacerme una serie de preguntas que me han parecido un poco raras, me he dado cuenta de que no tenían nada que ver conmigo, y he preguntado a la enfermera, --Usted, a que Enrique ha llamado? --A Enrique Costa.. --Yo no soy ese Enrique, y le he dado mi nombre completo. --Ah sí, aquí está.

Se me ha ocurrido decirle a la doctora, luego, que tuve otra experiencia así, en Odontologìa, cuando me llamaron así --Enrique, sin más, y estuvieron a punto de practicarme la extracción de dos muelas que correspondían a otro, hasta que expliqué que yo no era ese Enrique, y que iba para otra cosa.

Bueno, ha sido hacer ese comentario, y las dos mujeres, la doctora y la enfermera, han puesto cara de cabreo, por lo que han entendido como un reproche, cuando en realidad es una sugerencia para que cambien el protocolo y en vez de llamar a los pacientes por su nombre de pila, pronuncien su puto nombre completo, con lo que se evitarían muchos errores quirúrgicos, como cuando pretendían operar a Jordi de la garganta, en lugar del oído.

Al salir del ambulatorio, con un montón de papeles que contienen el protocolo para mi próxima operación de cataratas, que no voy a explicar, porque ya sería la leche, aunque no renuncio a hacerlo en otra página, he ido a la farmacia, a la que frecuento del barrio. -- Keppra 250, por favor.

La framacéutica, lo más antipático que ha parido madre, ha consultado el ordenador, ha llamado por teléfono, ha visitado su almacén, para decirme después, que ese producto prácticamente no está disponible en el mercado español y que, aunque lo buscara, no podría garantizarme la continuidad en su dispensación.

He salido de allí, me he dirigido a una farmacia enorme, dedicada a tres o cuatro segmentos del mercado, con cinco personas atendiendo el mostrador, que está en una calle de Monteolivete, frente a Mercadona, y una simpátioa jóven ha entrado en su almacén y en un pis pas ha puesto el envase de Keppra 250 a mi disposición,  no voy a extenderme sobre sus indicaciones y sus efectos secundarios porque sería la leche, aunque no descarto hacerlo en otra página.

Tienes más envases? --Sí, quedan cuatro mas.--Me han dicho, en otro sitio, que este producto está agotado en España, que lo exportan a Francia. --Nosotros lo suministramos normalmente. --Ábreme ficha de cliente, pues pìenso volver por aquí, le he dicho a la joven manceba, mientras pensaba, no vuelvo a la mierda de farmacia de mi barrio, ni jarto de vino.

Pero lo más raro, lo más raro de todo lo que ha sucedido esta tarde, es que se me haya ocurrido escribir esta página, carente del menor interés para los usuarios del blog, en lugar de dedicarla a Sánchez, al nuevo, a Rajoy, a toda la pandilla de políticos inútiles que pululan por nuestras actualmente inoperantes formaciones políticas, cuya incapacidad manifiesta conforma hoy, casi en su totalidad, la edición de 'Levante', que he leído de cabo a rabo, y debo decir que lo mejor me ha parecido la página entera, la 3, de Fernando Delgado, 'Cierre por liquidación', pero no voy a extenderme sobre su contenido, porque sería la leche, aunque no descarto hacerlo en otra página.

Sospecho que la causa de la rareza de esta página tiene su origen en el retardo en encontrar en las farmacias el envase de Keppra 250, con el que iniciar un cambio de tratamiento que se supone me ha de ayudar a controlar mis rarezas, pero visto que siempre me confunden con otro Enrique en nuestro sistema sanitario, hasta que no mejoren ese protocolo de los nombres, no sabré si en realidad esta toma farmacéutica que me han dispensado a mí, le corresponde, en realidad, a otro Enrique.

En fin. Protocolo.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 5 10 16.

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