martes, 18 de octubre de 2016

LLUEVE

Llueve, lo que desaconseja bajar a la calle y trastorna la rutina de mis costumbres. En lugar de bajar a comprar tabaco, tomar una infusión y charlar con las vecinas en la terraza de La Fuente, para luego añadir una página nueva al blog, hoy lo haré al revés, primero escribir, luego fumar, que no crean que no es un sacrificio para alguien como yo, esclavo del tabaco, y de las vecinas.

Por cierto, ayer lunes, no añadí ninguna página nueva al blog. Sufrí una terrible crisis creativa, que me duró media hora, al cabo de ese tiempo ya tenía diez argumentos en la mesa, pero eran tantas las visitas que se estaban recibiendo en las páginas El Avión y Paisaje Serrano, un auténtico éxito de atencióm por parte de los usuarios, que me dije, pa' qué.

Por un lado, añadir algo en ese momento solo habría servido para desviar la atención del público en esos focos de interés. Por otro lado, no me llevo un duro de esta mierda de trabajo que vengo realizando desde hace nueve años, que realizo por altruísmo, aunque haga crecer mi ego hasta un punto desmesurado, así que pa' qué, que más dá una página más o menos.

Respecto a la justa retribución que no percibo por mi esfuerzo cotidiano, se me ha ocurrido una idea perversa, ja ja, para corregir esa injusticia. Al releer la página que incluye una justa queja contra la calidad de un pack de cerveza Amstel, que me salió malo, se me ha ocurrido que si desato una campaña contra Amstel, esta vez de mala fé, insistiendo cada día en que encontré sustancias potencialmente peligrosas en los últimos botes que consumí, esa queja pública con el tiempo recibirá 90.000 visitas, todo a lo que puedo aspirar por ahora, pero multiplicadas por diez amigos de cada usuario, como sucede con los votos del PP, ofrecería la nada despreciable cifra de 900.000 impactos negativos para la marca, que solo exigiendo un rescate de 1 euro por impacto como condición para cesar en el ataque, supondría una buena ayuda para mi pensión que, a buen seguro, si vuelve a gobernar Rajoy, no saldrá bien parada.

Este es uno de los diez argumentos de ficción que dejé ayer sobre la mesa sin publicar, no vaya a pensar Fernández Díaz,de quien ahora hablaré, que se trata de un delito informático planificado.

Llueve... cuando he bajado a La Fuente me he acomodado junto a la barra en el interior del local. Mientras tomaba una infusión de manzanilla con doble bolsita, en la tele del bar aparecían los mismos tristes tigres de siempre, en ese programa de Los Desayunos de la 1, pero esta vez acompañados de tigresas, una de ellas, no triste, tristísima.

Me ha parecido reconocer en su gastada humanidad a aquella periodista tan belicosa que una vez hizo un discurso flamígero, desde un balcón oficial y que ahora me ha parecido, escuchándola, el elemento más reaccionario del periodismo residual de aquella época.

Estaba yo preguntándome porque le llaman Los Desayunos a esta mierda de programa, seguramente lo más manipulador de la tele pública, cuando, al volver a mirar la pantalla he visto la imágen de Fernández Díaz desayunando. Este caballero, catalán y nacional católico, por desgracia para los Guardias Civiles que dan el callo todos los días, todavía ministro de Interior, aunque sea en funciones, hacía una solemne intervención en defensa del honor de la Guardia Civil, ya saben que dos de sus miembros han sido agredidcos en Navarra, aunque la gravedad de sus lesiones ha sido mínima, la campaña que ha montado el Díaz para engordar el suceso con motivaciones políticas, no tiene precedentes en la historia del Cuerpo.

Tengo una propuesta que me parece más eficaz, para compensar el desacato que han sufrido esas personas y defender su honorabilidad. Que dimita el Ministro del Interior, pero antes que haga dimitir al Director General de la Guardia Civil, porque los archivos de televisión tienen memoria y nadia debería ignorar el trabajo sucio, indigno, que obligó a realizar a su gente, aquel campeón de los disparos, de goma o no, contra indefensos civiles que se acercaban a nuestras costas, la vergüenza nacional que supuso aquello de las concertinas, un atentado a los derechos humanos, pero, sobre todo, las mentiras públicas, hay hemeroteca, que pronunció quien, en lugar de ser cesado, todavía ostenta el mando de ese cuerpo, que no permite que se sindiquen sus integrantes, para que se escuche su voz cuando hay conflictos que afectan a su ética profesional, mas atacada por sus propios jefes, que causan un daño a su prestigio,  mas doloroso que un tobillo roto.

En cuanto a quienes han agredido a los agentes, que caiga sobre ellos el peso de la ley, pero que sean otros, no el conspirador ministro en funciones, ni el embustero compulsivo que los dirige, quienes la hagan cumplir, para bien de todos, de los guardias, y del país.

No sé si me he pasado, en todo caso, estoy dispuesto a defender este punto de vista ante quien sea. Para no terminar la página con este abrupto comentario, me despido con la mini crónica de la visita al mercadillo de Russafa, el lunes, cuando acompañé a mi mujer, primero al banco, luego a lo demás.

Nos dieron las dos en la calle, esa es la verdadera razón de que omitiera mi página del lunes en el blog.

Mar, la chica del banco, nos recibio con un --Hola como estás... al que yo respondí con un silencio estudiado, mirándola a los ojos, --No lo ves... --Es verdad, estás cambiado, te sienta bien que te hayas dejado barba...--No he sido yo, ha sido la barba...

Después de cancelar un plazo fijo que hemos dejado en la cuenta..,.total, no te dan ná.. domiciliar el pago del recibo de la comunidad, nos han rebajado veinte euros este mes, no me lo puedo creer, y cambiar cuatro billetes de quinientos, nada de pitufeo, para tener suelto en casa, hemos ido a la biblioteca, donde mi mujer ha sacado un ejemplar de la trilogía de Dolores Redondo, la flamante premio Planeta, Legado en los huesos, un tocho de más de quinientas páginas, de las que ayer ya se había papeado más de un tercio.

Salimos de la biblioteca, contentos por haber pillado lo de Dolores, y mi mujer se lanzó a una euforia compradora como nunca antes había visto, una alcachofa para la ducha y un adaptador de portalámparas para la casa de la sierra. Calzado deportivo para nuestras eventuales mini vacaciones de otoño en algún lugar de la comarca de Ademúz, que estamos planeando, zapatillas de andar por casa, para el año que viene, dijo, porque las que tiene solo durarán tres meses más, unos pinkies para los pìés, y unas napolitanas --tengo hambre, dijo-- que nos papeamos en un bareto tan cutre, que nos sirvieron las patatas fritas en un cubito metálico lleno de óxido y roña, junto con dos cervezas, Mahou, no Amstel, naturalmente.

Aún le sobró tiempo y energía a mi mujer para que nos detuviéramos en un anticuario y mostrarle las fotos de dos lámparas antiguas de cerámica y cristal que tenemos en la sierra, con intención de vendérselas. El anticuario las miró detenidamente y dijo, no me interesan.

Creo recordar que luego fuimos al paki, a por fruta, mango, ciruelas, mandarinas y manzanas. Cuando regresamos a casa, cargados como asnos, entré en el estanco y compré un paquete de West, azul, bajo en nicotina, siguiendo el consejo que me dió Cármen, con quién he tomado hoy café en la terraza, cuando ha cesado de llover, pero que siguiendo la nueva política de no transcribir en el blog conversaciones de bar privadas, nada voy a decir de ese encuentro.

En fin. Llueve.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 18 10 16.

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