miércoles, 27 de junio de 2012

EL DEMONIO DEL MEDIODÍA

La semana pasada asistí al acto de presentación de un libro de Carlos Pajuelo en el Ambito Cultural de El Corte Inglés, ya saben, junto a la cafetería de ese centro, en la esquina de las calles Lauria y Colón de la ciudad de Valencia, que yo llamo Heliópolis, en España, un país del sur europeo. Digo esto en atención a los usuarios del blog que residen en países lejanos, mas o menos exóticos y, de manera incomprensible para mi, lo visitan.

Carlos es un periodista muy experimentado, aún joven --en el mejor sentido de la palabra joven-- autor de varias novelas. No todas las he leído, lo digo porque es verdad y a Carlos no le gustan las milongas. Su extenso historial incluye una asesoría al arzobispado, pero el ramalazo juvenil y libertario de Carlos le llevaría a cantar la gallina al arzobispo, al papa, y hasta a Angela Merkel, la mujer mas poderosa de Europa, por encima de los purpurados de la curia romana, si lo considerara oportuno.

Para presentar su libro, 'El Demonio del Mediodía', Carlos eligió, con acierto, la fórmula del show, en lugar de la gastada, protocolaria y normalmente aburrida fórmula tradicional, y el público lo agradeció. Usó toda clase de trucos y medios, desde objetos de atrezzo, una campana, una lupa, y otras cosas, hasta una pantalla en la que, en un momento dado, se representó el conflicto hormonal del protagonista mediante curvas estadísticas, puso una banda sonora acojonante, y fue tal el éxito y la respuesta del público que, al terminar el show, intenté acercarme al estrado para preguntar a Carlos por el significado del título de su libro, pero no fue posible por el tumulto de gente, con el libro en la mano para que lo firmara, que lo impedía.

Ahora estoy en ello, lo del significado del libro, cuando casi he terminado la lectura de sus 156 páginas. Un cuento largo, según el propio Carlos, editado en la colección Calabria Narrativa, veo que trata de la crisis varonil de los cuarenta.

'El demonio del mediodía', me sugería, no se porqué, un viento del sur, o la tramontana de Cadaqués, un fenómeno natural que dicen que altera la estabilidad emocional de las personas. Al leerlo, veo que de lo que trata en realidad es de la crisis emocional del varón al alcanzar cierta madurez, y sus implicaciones en su entorno cotidiano.

Al buscar en Wikipedia la versión francesa de esta expresión, 'Le Diable du midí', me encuentro con la sorpresa de que esa versión del mito, 'Le Démon du midí', no solo no tiene nada que ver con el viento, como yo creía, sino que habla de la crisis del varón, pero, ojo, no a los cuarenta, sino ¡a los cincuenta!. Estos franceses son la rehostia. Reconocen que ellos también sufren su crisis varonil, pero entran en la andropausia diez años mas tarde que nosotros. Anda ya. Menos mal que les hemos ganado al fútbol, moderando su desmedido orgullo nacional. A los cincuenta, no te jode.

No quiero destripar del todo el libro de Carlos. Solo diré que es un libro para todos los públicos, por una razón, desde mi experiencia personal, pertinente. Todo grupo humano, cualquiera que sea el vínculo que relaciona a sus individuos, cuando uno de ellos entra en crisis vital, emocional, o, como dice Carlos, el demonio del mediodía se apodera de sus emociones, se ve afectado por esa tormenta emocional, lo que quiere decir que los hijos, los padres, los hermanos, las o los intrusos que aparecen como consecuencia del conflicto, no pueden quedar al margen del torbellino que se desata.

La conclusión es obvia, aunque usted no esté cerca de la cuarentena, si es hijo, padre, hermano, intruso o intrusa de alguien así, mas le vale leer el libro. No es, para nada, un libro de autoayuda, es una ficción novelesca, desde lo cotidiano,pero, esta ficción, en particular, esconde un tesoro valioso, el caudal de experiencias personales, profesionales y literarias de Carlos Pajuelo, toda una vida dedicada al periodismo, sin perder la frescura de un espíritu joven y libertario. No se lo pueden perder. Solo por 18 Euros, en El Corte Inglés.

Para terminar, debo confesar que no puedo entender lo de la crisis de los cuarenta (de los cincuenta según los gabachos) porque la mía comenzó a los veintisiete y aún colea. Para un bipolar, la imagen de una recta emocional que solo se tuerce después de cuatro o cinco décadas y pronto vuelve a su lugar, es impensable.

Buena parte de mi vida adulta, desde un momento precoz, transcurrió sobre unas curvas oscilantes, al lado de las cuales la crisis de la andropausia es una risa. Gracias a las personas que me han ayudado a entender y controlar la bipolaridad, y a la muleta de los fármacos que debo tomar de por vida, vivo ahora en un estado de gracia muy alejado de ese tobogan en el que he viajado un par de décadas.

Puede parecer aburrido, al lado de la intensidad de los episodios que acompañan la bipolaridad, pero les aseguro que es mucho mas saludable y gratificante saber que tomas el control de tu propia vida, que abandonarte al Demonio del Mediodia.

Esto no tiene nada que ver con el libro. Perdona Carlos, no he podido evitar meter esta cuña, ya sabes que tiendo a hablar demasiado.

En fin. El Demonio del Mediodía.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 28-06-12.

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