domingo, 17 de junio de 2012

EL PRÉSTAMO

El préstamo debió pertenecer en sus inicios a la familia de los intercambios. Préstame una palabra, una mirada, un suspiro y yo te los devolveré con intereses. No es hasta que la acumulación se convierte en soporte de la sociedad actual que el préstamo se convierte en el paradigma de una relación desigual, una persona, física o jurídica, poseedora de grandes recursos, propios o prestados a su vez por otros mas ricos, se convierte en la única fuente posible de recursos para otra persona física o jurídica, que precisa de esa ayuda financiera para la realización de sus necesidades, a veces de sus deseos, y se compromete, durante largos periodos de su vida, a la devolución de esa deuda, y al pago de los correspondientes intereses o, en el caso de los Estados, al cumplimiento de condiciones mas onerosas para acceder a el.

Al parecer, la especie que mejor ha conservado esa costumbre de los préstamos o intercambios no monetarios, mas emparentados con el trueque que con el empréstito, es la de los bonobos, que, según nos cuentan hoy en El Acento (El País, 32), 'son sociedades no solo pacíficas, sino que aborrecen visceralmente la violencia; allí son las hembras las que mandan..El sexo es para ellos una forma de relación social, que practican sin complejos..'.

Estoy algo triste porque el curso ha terminado. La clase en la que asisto a Medios de Comunicación tiene un cierto parecido con una comunidad de bonobos, pues son hembras lo que mas abunda, y una de ellas es la que manda. Cuánto me habría gustado dar allí una conferencia sobre el sexo sin complejos, una forma de relación social, pero el curso ha terminado antes de que leyera el editorial informal que se titula 'Mejor parecerse al bonobo' y me quedo con las ganas.

Puedo imaginar como era la vida antes de que la acumulación convirtiera la variante del intercambio que es el préstamo en una relación desigual, no entre los bonobos, sino entre los ejemplares humanos de los que los simios se separaron, ¿o fue al revés?.

En un mundo tan hostil, a la vez que paradisíaco, como aquel, cuando las noches de los humanos debían transcurrir entre rugidos de fieras que amenazaban la entrada de sus cuevas, es razonable suponer que los miembros de aquellas comunidades primitivas se prestaban herramientas entre sí, y devolvían los intereses de esos préstamos compartiendo los beneficios de la caza, aunque los hallazgos de Atapuerca parecen indicar que también se comían entre sí. No hay evidencias, sin embargo, de que el canibalismo formara parte de la retribución de algún préstamo, de los intereses, como, de un modo metafórico, podemos observar que sucede ahora en las relaciones financieras entre países.

Confieso que siento una nostalgia permanente por aquellas formas arcaicas de intercambio desinteresado -- Préstame una palabra, una mirada, un suspiro, y yo te los devolveré con intereses-- que los bonobos han sabido conservar (excepto en lo de la palabra, claro) y una cierta hostilidad por la relación desigual de los préstamos actuales, surgida de la acumulación, aunque, en este momento, y desde hace por lo menos treinta años no recurro a esa forma de dependencia financiera porque, como dice mi mujer, soy un conformista que vive en la misma casa, tiene el mismo coche y los mismos hábitos de siempre, sin ningún ánimo de progresar en la vida.

A pesar de que no me siento participe, ni culpable, de la crisis de endeudamiento que nos ahoga a toda la tribu, estaría dispuesto a destinar una parte de mis escasos ahorros, mediante un préstamo sin intereses, o sea, al estilo bonobo, a reducir la angustia que nos afecta, en especial, a algunos países del Sur.

Una emisión de la Unión Europea que suscribamos la mayoría de los ciudadanos de ese supuesto espacio común, a tipo de interés cero, tal vez pueda contribuir a reducir el 'soroll' de la pelea entre la tozuda y calvinista Merkel y los países soleados donde muchos ciudadanos alemanes se solazan, al tiempo que nos tildan de poco consecuentes en asuntos económicos y productivistas, sin observar que, tal vez, en nuestros genes quedó algún resto de la preferencia bonoba por la dolce vita, en perjuicio de la acumulación.

Préstame una palabra, una mirada, un suspiro, que yo te los devolveré con intereses-- me parece una forma contractual de entender el préstamo, infinitamente mas gratificante que el memorándum tocho que preparan los cabezas cuadradas de Bruselas, incapaces de ver mas allá de la cultura de la acumulación.

En fin. El Préstamo.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 17-06-12.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios