jueves, 15 de octubre de 2009

ÁGORA

Interrumpo la serie “El Jardín...” puntualmente, porque ayer vi Ágora y quedé fascinado por la riqueza de similitudes y asociaciones que se pueden establecer entre la película de Amenábar y lo que pasa ahora mismo con los hombres políticos de la derecha en Heliópolis. En el 'Levante' de hoy alguien ha preferido fijarse en la semejanza entre el personaje de 'La Cabina', el mítico episodio televisivo de Antonio Mercero, y la angustiosa situación por la que atraviesa el muy honorable Francisco Camps.

Vamos con la película. Se ha destacado que es un mensaje a favor de la tolerancia, enfrentada a la intolerante violencia del palo y tente tieso. La secta de los parabolanos, tan agresiva y violenta como los camisas pardas y las brigadas de Hitler o los talibanes de ahora mismo, encarna perfectamente la violencia al servicio de la intolerancia de su obispo Cirilo, y no da la sensación de que esas actitudes sean tan lejanas en el tiempo como cabe esperar en una película de época.

Al margen de ese punto de vista, el propio Amenábar ha destacado el papel de la astronomía en la construcción y el montaje de la película. La reiteración de las imágenes contrapuestas de los humanos reducidos de tamaño en las tomas aéreas, correteando como hormigas por las calles de Alejandría, armados de bastones con los que apalean a quienes no piensan como ellos , contrasta con las tomas de la Vía Láctea, en una afirmación algo ingenua, que no es nueva, pero traslada la narración al terreno filosófico, incidiendo en la mezquindad de los conflictos humanos al lado de la inmensidad del Cosmos.

A mi modo de ver, hay un elemento en la película, que transcurre en el fluir de las relaciones entre Hipatia, la mujer astrónomo que es el personaje central de la película y sus discípulos y la evolución que sufren a medida que las bases del poder de los defensores del paganismo se resquebrajan, ante la presión de un cristianismo primario e insurgente. Se trata del análisis de las relaciones de poder.

La película explica muy bien como, después de los primeros disturbios que el imperio despacha en favor de los cristianos y en contra de los paganos, a quienes llama insurgentes, los mas brillantes discípulos de Hipatia se acomodan a la nueva situación, se bautizan y alcanzan puestos influyentes en el gobierno de Alejandría. Uno como prefecto. Otros como Obispos.

Hipatia, ajena a todo lo que no sea el estudio de sus curvas cónicas, es protegida por estos conversos al poder, antiguos discípulos suyos, durante un tiempo, pero no se priva de declarar públicamente que si no se frenan las atrocidades de las huestes de Cirilo, pronto no quedará en Alejandría ningún pueblo que gobernar.

Hipatia, es abandonada finalmente por sus protectores, ante las presiones de Cirilo, que la escarnece en público por su condición de mujer.Poco antes de morir asfixiada por su antiguo esclavo, para evitar los sufrimientos de su lapidación --en la historia original fue desollada-- llega a intuir que una de sus curvas cónicas, la elipse, es la que explica el movimiento orbital de los astros en el cielo.

Cabe reflexionar sobre la colosal indiferencia de los astros ante esa intuición de un humano a quien Amenábar atribuye el tamaño de una hormiga, pero no hay duda de que Hipatia, al enfrentarse públicamente a la intolerancia instigada por Cirilo, da una lección intemporal de ética política que, esa si, parece muy alejada en la noche de los tiempos.

Ese mensaje ético, es el que parece mas difícil de trasladar ahora mismo a la vida política de nuestro tiempo, especialmente en Heliópolis.

Si, en cambio, es perfectamente reconocible el juego de relaciones de poder que la película ilustra con entera claridad.

Muchos comentaristas políticos se han mostrado sorprendidos por el espectáculo de astracanada que esta comunidad, Heliópolis, lleva ofreciendo al país desde hace tiempo, y por el rifirrafe en el que han intervenido Camps, Costa y Rajoy, a propósito de la dimisión forzada de Ricardo Costa, pero son pocos los que han incidido en una cuestión que a mi me parece central, ¿A quien representa Camps, realmente, que fuerzas hay detrás de su continuidad al frente del gobierno? Algunos dirán, con toda legitimidad, que representa a millones de votantes. Pero las relaciones de poder, las auténticas, suelen moverse al margen de la voluntad de los electores.

No es casual que el vice presidente Cotino, de quien ya he sostenido antes que es quien manipula a Camps, apareciera en unas imágenes de televisión en el vaticano, junto al Cardenal Cañizares, justo antes de que Camps comenzara sus movimientos para afrontar la crisis imparable que se le venía encima. Tampoco me parece casual que a Camps le llamen, según las transcripciones telefónicas, 'El Curita'.

Según mi opinión, Camps representa en Heliópolis, sobre todo, a las fuerzas mas reaccionarias,intolerantes, oscurantistas, que se amparan en las jerarquías de la iglesia, y en su papel de prefecto de Heliópolis, amparado por los obispos, no ha tenido otra opción que sacrificar a Hipatia –Costa, vestido con una túnica a la última moda pija, no desmerecería del personaje, salvo en su vocación ética-- y todas las resistencias que Rajoy ha tenido que vencer para imponer su liderazgo, vienen precisamente de la naturaleza del adversario, que se oculta detrás de los millones de votos de los electores para esconder su intolerancia, su violencia ideológica y su visión reaccionaria del mundo.

Por lo demás, recibí la película con el habitual desencanto, cuando buena parte de sus secuencias ya han sido mostradas en las numerosas promociones y anuncios, privándonos así del descubrimiento personal de lo desconocido, que es una de las fuentes de estímulo del espectador cuando va al cine.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 15-10-09.

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