sábado, 24 de octubre de 2009

EL JARDÍN DE HELIÓPOLIS (XXVIII)

(….) “Soy un aficionado al anarquismo. Me viene de familia. Mi abuelo fue compañero del Noi del sucre, su hijo fue uno de los firmantes del manifiesto de los treinta, gobernó Cuenca en plena guerra civil, haciendo devolver a los funcionarios las máquinas de escribir que se habían llevado a su casa, y compraba azúcar en Marsella para el gobierno republicano, pero en casa no había azúcar.

Soy el epígono deslucido de esa tradición familiar, en unos tiempos complicados para la defensa de la acracia. En casa no había azúcar y esa falta de glucosa en el momento crítico de mi crecimiento debió afectar al normal desarrollo de mis funciones cerebrales, por eso estoy ahora inmerso en la absurda tarea de escribir para no ser editado.

El abuelo Vicente vivía a salto de mata. Viajaba en vagones de mercancías con falsas identidades y cuando se dejaba caer por casa dejaba preñada a la abuela, que parió cinco hijos, sin contar los que se deshizo. Vicente les puso nombres libertarios.y algo wagnerianos. Sigfrido, Helenio, Walkyria, Genoveva y Alpina. Isabel, mi abuela, iba luego de tapadillo a la parroquia y los bautizaba con nombres cristianos, por lo que pudiera pasar.

Esa dualidad, esa ambigüedad, ha marcado mi existencia ambivalente, siempre con un pie dentro y otro fuera del sistema, sin acabar de comprometerme del todo, conforme con el estatus de simpatizante activo del movimiento libertario, ni carne ni pescado.

En casa no había azúcar y esa falta de glucosa digo yo que tendrá algo que ver con el hecho de que esté obligado a tomar dos tabletas diarias de litio, desde hace veinte años, para disimular mi rareza, lo que no es nada complicado en un mundo donde una buena parte de la población soporta una normalidad precaria de su sistema nervioso, derivada quizás del ritmo excesivamente veloz que imprime el mercado.

Cuando era niño, el mercado era un lugar agradable y colorista donde se podían escuchar los pregones de la mercancía que se ofrecía a los compradores. Ahora el mercado es el nuevo Leviatán, un monstruo que está desplazando al antiguo, el Estado, y que se sirve de el para aumentar a dentelladas el tamaño de su tarta, a costa de la cosa pública.

Los libertarios nunca fueron partidarios del Estado, pero algunos se han dado cuenta de que hay ciertos aspectos de esa estructura de poder que, conducidos del modo adecuado, pueden actuar de freno y contrapeso a la insaciable codicia de aquellos que se ocultan tras la máscara del mercado.

Hemos comenzado el siglo obligados a protestar contra una guerra que se inició por esa codicia enmascarada tras el mercado. La guerra de Irak. Un siglo antes, Vicente, mi abuelo, tuvo que oponerse en la prensa contra la guerra colonial de Marruecos, en un llamamiento a las madres para que se negaran a la leva de sus hijos.

Después de publicar aquel artículo pacifista, Vicente tuvo la guasa de visitar al jefe militar de la plaza, el general Palanca, sin darse a conocer, para interesarse por las consecuencias de aquella intervención en la prensa que, dijo, había escrito su hermano. Cuando Palanca le dijo que aquello merecía consejo sumarísimo y fusilamiento, si pillaban al autor del escrito, el abuelo emigró a Marruecos, donde conoció a Abd el Crim.

El abuelo Vicente tuvo una muerte prematura y violenta, antes de cumplir los cuarenta, lo que parece coherente con su vida aventurera y comprometida, y con el grado de violencia que asolaba entonces el país, muy superior a la que circula ahora por estos pagos, aunque los actuales medios de difusión publicitan mucho la que hay y como, en general, tenemos poca memoria histórica, nos faltan elementos de comparación que nos permitan matizar las cosas.

Soy un simple aficionado al anarquismo, tocado por la ambivalencia y la ambigüedad, siempre basculando entre un cínico conformismo y un compromiso ético. En casa no había azúcar y esa falta de glucosa en el momento crítico de mi crecimiento me ha convertido en un sujeto a medio cocer, que ahora expresa sus dudas mediante el procedimiento irracional de elaborar una escritura para no ser editada.”

CONTINUARÁ

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 24-10-09.

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