viernes, 23 de octubre de 2009

EL JARDÍN DE HELIÓPOLIS (XXVI)

(….) “En las primeras ochenta y nueve páginas dedicadas al jardín –en el Blog son unas pocas menos por los recortes y apaños- me he dedicado a mis inconsistencias literarias, a la creación de atmósferas, a los lugares imaginados, a historias del pleistoceno, a enigmas de autores muertos y a los muertos cotidianos. Mi intención ahora es dedicarme a asuntos mas coloquiales, pero entre esos asuntos está ahora Mar Adentro, una película estrenada cuando escribí por primera vez estas líneas, así que antes de abandonar del todo el territorio de los muertos –día de difuntos, suicidio del náufrago y demás-- pasaré por la eutanasia.

Esta tarde iré a ver Mar Adentro, aunque tengo la sensación de haberla visto ya. Es tal la profusión de imágenes publicitarias, comentarios, fotografías y entrevistas que se le han dedicado para su promoción, que me parece haber vivido dentro de la película estos últimos días. --Si quieres, no vamos, me ha dicho mi mujer, preocupada por el efecto en mi ánimo de un tema tan doloroso, pero yo he percibido a través de las secuencias entrevistas, el toque Zen pasado por Lao-Tse con el que
Amenábar le ha quitado hierro al asunto, y como ha dulcificado con la dosis adecuada de lirismo la dureza del tema.

Si estás inmovilizado en una cama, el taoísmo es tu billete filosófico para que puedas visitar el mar galaico, por menos precio del que piden las agencias de viaje fuera de temporada. Cuando regresas de ese relajo puedes volver a tu estado de iluminación mediante la práctica de la meditación Zen.

En cuanto a morirse, es una resignación a la que, si vives lo bastante, te vas acostumbrando. La forma es lo de menos. Tanto si te ayudan los amigos, como si te acuchillan Bruto y sus secuaces, el resultado es el mismo. Estas muerto y basta.

Parece algo brutal, expresarlo así, pero a veces, sin darse cuenta, uno es algo brutal. Unas veces sensible, otras brutal. Lástima que no busque a nadie que me promocione. Estoy seguro de que esa mezcla contradictoria tendría éxito en la audiencia, convenientemente apoyada en un esfuerzo de promoción adecuado, sin eso, no te estrenan.

Estoy leyendo el periódico en el jardín, en la tarde invernal y encuentro, con frecuencia, columnas escritas que se nutren de noticias aparecidas en el mismo diario con alguna antelación, como los fagocitos que se nutren de partes de un organismo destinado a desaparecer. Hoy me apetece ensayar esa técnica carroñera. Si lo hacen otros, y les pagan, porqué no hacerlo yo.

El País de ayer lleva un titular en primera que invita a la reflexión. 'El Gobierno implantará el inglés a los seis años y el segundo idioma a los doce'. Al sur de esa frase, escrita en tipos del treinta y seis, hay una foto de Carmen Cervera junto a un cuadro de Gauguin.

Al leer esa noticia, uno imagina una fila de chavales que acaban de cumplir seis años, pasando por las manos del neurocirujano que les implanta, mediante un sencillo procedimiento, el chip del inglés y al salir de la sala, cumplido el trámite, todos recitan con la misma entonación, --thankful very much.

Los mas mayores, los de doce, saldrán en silencio, con un aire soñador, pensando en cuanto van a ligar en la escuela de idiomas gracias a su segunda lengua, con las nenas que aprenden allí español para extranjeros.

En cuanto a Goguen –para entendernos-- su semblanza en el periódico cuenta que, como el náufrago defenestrado, 'Dejará su trabajo en la bolsa, convencional y seguro, para sumergirse en una agitada aventura que lo llevará al otro lado del mundo en su obsesiva búsqueda de lo salvaje, de lo primitivo, en su afán de recuperar el viejo Edén que la civilización había sepultado en su disparatado frenesí por conquistar el futuro'. Exageraciones. Las mujeres le gustaban mas que la pintura. Si hubiera nacido mas tarde, se habría arreglado con un charter a Cuba.

Terminada la lectura del periódico, busqué entre los papeles viejos del náufrago. Una caja de cartón ondulado que contenía viejas historias.

“Durante cuarenta años trabajó en oficinas infames y oscuras. Cuando se jubiló intentó contemplar la grandiosidad del ocaso, pero había perdido su visión lateral. Se dejó dominar por el pánico y corrió hasta caer por el despeñadero. En el trance de la caída miró hacia abajo y reconoció una masa informe de restos humanos. Pertenecieron a otros que, como el, habían perdido su visión lateral, trabajando en infames y oscuras oficinas durante cuarenta años.

Pensó no escribir mas. Dejarlo ahí, en esa especie de epitafio de seis líneas, pero escribía por aburrimiento, nada que ver con el impulso creativo, vaya tontería, y mientras intentaba conciliar el sueño en el centro de la noche dio un paso, sin pretenderlo, en la dirección de transformarse en un puro núcleo contemplativo.

Intentaba concentrar su atención en la evocación de una imagen relajante que le ayudara a dormir, un bosque de árboles con los colores del otoño, cuando visualizó una línea de crestas coloristas que tenía todas las trazas de ser el espectrograma de su actividad eléctrica cerebral. Después se quedó dormido y su temperatura descendió

Pasó del estado sólido al gaseoso, tuvo una polución nocturna producto de la condensación de ese vapor y cuando volvió a ser sólido, ya en la vigilia, intentó de nuevo visualizar esa forma de energía que había vislumbrado, pero esa manifestación energética se había disuelto en el fragor de la noche y su cerebro volvía a funcionar a menos revoluciones, como el motor de un coche en espera de continuar la marcha, sin ninguna señal de aceleración.”

No recuerdo haber leído la descripción de un proceso semejante en los ensayos y tratados de Freud y sus epígonos. Tampoco recuerdo haber leído esos ensayos y tratados. Los misterios de la mente siempre me han parecido insondables, pero conservo la sensación de que mi amigo, el náufrago, antes de su malogrado final, había intentando dar un paso hacia su transformación en un puro núcleo contemplativo.”

CONTINUARÁ

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 23-10-09.

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