Lamentablemente, la mayor parte de los folios mecanografíados que contenían esta historia, se han perdido. Recuerdo que se la di a leer, íntegra, hace algunos años, a una amiga y me dijo --Pareces una novelista latinoamericana. Es cierto que en este divertimento incluí algunos giros idomáticos de la cultura mexicana y venezolana, pero ya se ve en seguida que quien los escribe no es de allí.
Ante la imposibilidad de continuar esta narración en el Blog, por la pérdida de los originales, les propongo que lo hagan ustedes --he oído que este procedimiento de escritura colectiva compartida está de moda en la Red-- así que antes de largarme hoy a un pueblo serrano para una visita familiar, dejaré algunas pistas.
(...)
Primero, quiero aclarar algunas cosas. Paquito, el chofer, el hijo bastardo del General Franco, es una creación cien por cien imaginaria, aunque es verosimil que una misión levantisca española visitara México en los años treinta buscando fondos para su aventura golpista. Es sabido que donde los encontraron fue en la bolsa del contrabandista y banquero mallorquín Juan March, con cuya respetable fundación mecenas del arte no encontraran a nadie, intelectual, escritor o artista plástico que se meta, porque el dinero ya se sabe que lava las reputaciones y las deja inmaculadas para la posteridad.
Por otro lado March, creo yo, no tenía unas determinadas simpatías políticas, la prueba es que su dinero fluyó tanto al lado fascista como al republicano. Le gustaba apostar a la ruleta a rojos y negros, así seguro que pillaba algo, o por lo menos, no perdía, se quedaba igual que estaba.
El resultado de esa operación de lavado de cara es una de las mas importantes colecciones de arte que se pueden visitar en Mallorca, --adonde pienso ir de viaje el próximo mes de Abril, con el Imserso, claro, que se creían-- además de lo de Barceló en la Catedral.
Me disperso. Lo siento. Decía que Paquito es una creación imaginaria, como los nombres de los pueblos, Chigualpenango --debí quitarle la g-- y Popocuactil, no los busquen en el mapa. Se pueden seguir dos líneas para continuar el relato, una es la del chino Lorenzo, que en el relato completo tuvo algo que ver con Doña Elisa, pues me suena alguna escena en la que ella evocaba, por medio de la ensoñación, algunos hechos de cama compartidos, en su juventud, con Lorenzo.
La otra es la del chamán, que en este relato no recuerdo que se desarrollara mucho, pero me sirvió en otro libro, Dually Brown, para construir una escena en la que el protagonista va en un vuelo comercial por encima de las Rocosas, se duerme y contacta en sueños con el chamán de la montaña, lo que da lugar a un ritual iniciático alucinatorio, aderezado con peyote, en el que participan algunos indios americanos y eso.
Otra posibilidad es desarrollar los personajes masculinos del clan Salinas, pero a mi eso no me ha interesado.
En fin. Ustedes verán. Yo tengo que dejarlo aquí, porque ha sonado el timbre de la puerta. Vienen a por mi y he de marcharme. Chao.
(Agradezco la atención que prestan al Blog los usuarios latinos desde ciudades tan distantes como Buenos Aires, México City, Caracas, Maracaibo, Cuernavaca, Ciudad Bolívar, Barquisimeto, Barranquilla, Mar del Plata, Tijuana, Monterrey, San Cristóbal, San José, etc.)
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 28-01-11.
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