miércoles, 26 de enero de 2011

EL TRIUNFO DE LOS SINVERGÜENZAS

Interrumpo mi breve distracción literaria de las dos últimas páginas, el Tirant, y Doña Elisa y sus siete faldas, una novelita que escribí hace mucho, mucho tiempo, y estaba perdida entre mis inacabables papeles viejos, porque de nuevo la actualidad del día estimula mi permanente curiosidad por la rara naturaleza de las relaciones de poder.

El sábado 22 dediqué una entrada, 'La derecha en Heliópolis' a glosar, es una manera de hablar, el artículo de Gil Manuel Hernández, profesor de Sociología de la Universidad de Heliópolis, cuyo título, 'El Triomf de la Dreta', me ha sugerido el de hoy, 'El Triunfo de los Sinvergüenzas' que me parece mas amplio, al abarcar todas las posiciones, geométricas y políticas, del arco parlamentario.

(...) El cierre de filas del Partido Popular y el PSOE, en defensa de la actitud de sus ex presidentes de gobierno respectivos, que ahora mismo ejercen de lobbystas y de ex presidentes a la vez, cobrando cada uno de ellos, además de su pensión de ex presidente, que nadie cuestiona, su salario de lobbysta,
parece una reacción gremial, como las de los colegios de médicos que defienden a alguien que ha liquidado a un paciente, por su condición de miembro del gremio.

La Televisión pública ha tratado de 'explicar' mediante la comparecencia pública de una experta caza talentos, lo valiosos que son González y Aznar para los grupos energéticos que los han fichado, por sus agendas y eso, y los beneficios para la humanidad que supone su participación como asesores o 'públic relations' en empresas nacionales que operan en mercados globales. No cuela.

De entrada, esa actitud, de los ex presidentes, y de sus partidos, a los ciudadanos de a pié nos parece algo mas que una incongruencia, una falta de ética política pública. No solo a los ciudadanos. Escuché a un diputado decir en el parlamento que se puede ser lobbysta o ex presidente, pero no ambas cosas a la vez, pero se ve que no pertenecía al gremio del bipartidismo, sino a un partido con menor representación parlamentaria.

La Ética parece un concepto etéreo de seminario de filosofía, pero eso no es del todo cierto. El predominio del pragmatismo sobre la ética entre los políticos y los financieros que cuentan en el mundo es, en mi opinión, la raiz última de las tribulaciones por las que atraviesa el mundo de hoy, en particular, desde que el resultado de esa falta de ética, la crisis financiera y económica que nos agobia,
está presente en nuestras vidas.

Una cosa es la ética personal de cada uno, yo en eso no me meto, salvo cuando meto la pata --de eso hablaré al final-- y otra la ética pública exigible a los políticos y financieros que con sus actitudes determinan, en buena parte, el comportamiento de la sociedad.

A nosotros, a la gente corriente, al menos a mi, que no represento a nadie, el comportamiento de Aznar y González, me parece cosa de sinvergüenzas. No de esos tironeros que roban el bolso a las ancianas en los mercados, sino de aquellos cuyo ánimo no se turba por alguna acción propia deshonrosa o humillante, por alguna acción indecorosa que no les produce repugnancia.

Que las actividades ética y estéticamente incompatibles de González y Aznar, y sus retribuciones, coincidan en el tiempo y el espacio, y sus partidos, y la televisión pública, defiendan su comportamiento indefendible, nos sitúa en un tipo de sociedad en la que lo que prevalece es el triunfo de los sinvergüenzas.

No es solo la existencia de sinvergüenzas en la vida pública lo que produce consternación, sino la extensión de la noción misma de triunfo, que tiene su origen en gestas militares o deportivas, pero en la sociedad del logro que entre todos hemos construído, en la que muchos parecen sentirse cómodos, se ha extendido como un anzuelo para que piquemos todos, reservando para quienes no quieren morder el anzuelo el despectivo adjetivo de perdedores, importado de la cultura USA.

La España democrática que disfrutamos todos, no se edificó sobre la noción de triunfo, que implica la eliminación del adversario, sino sobre la del acuerdo y la negociación compartida. Que sobre esa conquista democrática se cisquen ahora nuestros dos ex presidentes, pretendiendo que confundamos los intereses de los grupos energéticos, con los de los españoles de a pie que pagamos su pensión es, como poco, un insulto a los ciudadanos que, teóricamente, se pueden defender con el voto, pero un sistema bipartidista como el que tenemos, y que tal vez habría que reformar, se convierte en un gremio para defender privilegios, contra el que el voto resulta inoperante.

Debo reconocer que, pese a mi demanda de ética pública en los comportamientos políticos, no siempre estoy acertado en el ejercicio de mi ética personal.Hoy he leído el artículo de Rafa Ventura en Levante, y me ha parecido muy cabreado con el machismo y con Wagner.

En la página 'La Derecha en Heliópolis' cometí la torpeza de citar una breve conversación con él --antes de encontrarlo en el Mercado, en compañía de un amigo, nunca habíamos hablado -- y la lectura de su artículo de hoy me ha hecho caer en la cuenta de lo impropio de esa cita, sobre todo porque no se refería al contenido de sus artículos, sino a su persona. Consciente de que he metido la pata, despues de volcar esta entrada eliminaré de esa página el contenido de la conversación.

Materializada esa rectificación, relacionada con mi falta de ética personal, solo espero que Aznar y González dimitan de una de sus dos funciones, porque así como todos tenemos una ética personal, ellos tienen además una exigencia de ética pública.

En fin. El Triunfo de los Sinvergüenzas.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 26-01-11.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios