jueves, 13 de enero de 2011

LA VERBENA DE LA PALOMA

"Me matriculé en el Aula de Teatro pensando que esa disciplina artística es, además de muchas otras cosas, una cosa terapéutica, y que aprendería a reir, porque me río poco. En realidad, me he dejado convertir por la vida en un un tipo un poco trágico, con esa
singularidad que Unamuno llamó, 'el sentimiento trágico de la vida', o sea, que tiendo a mirar las cosas con esa mirada entre apocalíptica y decadentista que ya impregnó a otras generaciones de españoles, a los que siempre les dolía algo.

Por fin, después de varios meses de actividad teatral amateur,ayer me rei a carcajadas. La cosa sucedió así..
(...)
Ayer, miércoles, acudimos a la cita impar con la magia del teatro solo seis alumnos. El azar quiso que tres fueran mujeres, y tres hombres. Nuestro profesor de teatro que consigue que cada sesión sea un descubrimiento, porque tiende a improvisar cada tarde impar según el material disponible, nos propuso que formaramos parejas, que cada pareja improvisara un texto previo a la interpretación de un fragmento de La Verbena de la Paloma, y luego, con la música enlatada de esa zarzuela, nos atreviéramos con un remedo de interpretación musical, porque este trimestre, de lo que se trata es de mezclar la práctica actoral, con la musical.

Formar las parejas exigió una aproximación previa, de modo que cada hombre, cada mujer, probara con los tres presentes, y luego decidiera con cual de ellos/ellas se sentía con mas comodidad. A mi no me eligieron --he de decir que la edad de los hombres era, como promedio, mas del doble que la de las mujeres-- puesto que cuando las dos primeras parejas ya habían elegido, mi joven compañera no tuvo otro remedio
que quedarse con las sobras.

Luego, los componentes de cada pareja, después de negociar el texto que cada uno iba a decir, tenían que subir al escenario a interpretar la escena, hasta tres veces, para pulir los errores y defectos con la repetición.

El lenguaje de la zarzuela, casi siempre machista y desfasado, una pìntoresca y anacrónica jerga de barrio madrileño, resultó ser mas fácil de improvisar para los hombres de nuestra edad, que llevamos en el paquete, genético, el machismo heredado de nuestros mayores, apenas disuelto por la la cultura igualitaria que ha conseguido que aprendamos a freir un huevo, fregar los cacharros, esas cosas,pero no ha alterado del todo la profundidad de nuestra herencia cultural, que para las jovenes parejas que nos miraban con fascinación, con la misma fascinación infantil
que los niños dedican al mirar a ese dinosaurio que decora ahora la Ciudad de las Artes y las Ciencias, que ellos creían extinguido.

En uno de esos ensayos, cuando el profe me corrigió para que no le diera el culo al público, aunque yo crea que mi culo es bonito, es cuando me descojoné de risa al oírlo, casi no pude volver a intentar la escena porque las carcajadas que me sacudieron me lo impedían.

Sincronizar la palabra, los gestos, el movimiento, la posición en el escenario, no es fácil para los aprendices primerizos. Hay que encontrar un equilibrio entre el estatismo insulso, y el desplazamiento en las tablas, pero sobre todo, no hay que olvidar nunca que le hablas al público, y hay que hacerlo de manera que pueda oírte.

Cuando actúas en pareja, la cosa se complica mas, porque los movimientos de uno, condicionan los del otro. En ese sentido, cuando repetimos por tercera vez la escena, mi pareja, apercibida también por el profesor, consiguió que yo no tuviera que darle el culo al público, y me permitió, incluso, hacer un giro espectacular en la parte musical que, para mi sorpresa, no dió con mis huesos en la platea.

En el segundo intento, nuestro director de escena hubo de corregirme también, porque, demasiado metido en mi papel de seductor trasnochado, me acerqué demasiado a mi pareja, mientras le dedicaba una mirada eléctrica, en lugar de dejar el aire necesario entre los dos, para que el público pudiera percibir mejor la escena.

Fue una experiencia hilarante y, al tercer intento, conseguimos entender conceptos
como coordinación, movimiento, posición en las tablas, cosas vigentes en el teatro actual, aunque el medio para aprenderlas haya sido la improvisación mezclada con la fidelidad a un texto machista y anacrónico.

Ayer pues, tuve la sensación de haber acertado al matricularme en el Aula de Teatro.
El teatro es, efectivamente, terapéutico, te cura de la percepción trágica de la existencia, te enseña a reir, pero no es la única disciplina que tiene esa virtud terapéutica. La escritura y cierto cine, también pueden tener esos efectos sanadores.

La escritura, cuando uno la practica, le ayuda a conocerse mejor. He releído las paginas del blog desde que comenzó el nuevo año y las encuentro demasiado habitadas por el dogmatismo, demasiados argumentos están desplegados desde una posición de razón, como si ese lugar me perteneciera solo a mi.

Para mi fortuna, vi una película en la tarde del martes, Pan Negro, que, entre otras cosas, es un alegato anti maniqueo, la expresión de una posición contraria al dogmatismo y a la adhesión fanática a las ideas.

Me gustó que el bueno de la película, un personaje represaliado por sus ideas de izquierda, resulte ser, después, un sicario asesino que mata por dinero, incluso a un niño, y luego, cuando ya es un presidiario encerrado por su delito común, oculte la identidad de la familia burguesa que le ha pagado para que cometa el crimen, para que su hijo pueda disfrutar de una educación que el no tuvo, pagada por esa misma familia.

El blanco y el negro están muy bien en el cine viejo y en cierto arte geométrico, pero en la vida, esos tonos suelen ir juntos y mezclados, y una variada gama de grises es lo que suele predominar. A veces lo olvidamos, pero el teatro, el cine, la literatura, nos lo recuerdan. Si, además, nos hacen reir, conviene practicarlos de manera activa, no?."

En fin. La Verbena de la Paloma.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 13-01-11.

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