domingo, 2 de enero de 2011

TERRAZAS

El otro día entré en un estanco, acompañado de un amigo. Una señorita muy guapa, que se encontraba allí promocionando el consumo de tabaco rubio americano, me dijo, --¿Es usted fumador?,--Si, contesté yo, pero me voy a hacer alcohólico que es mas barato.

¿Han reparado ustedes en que el precio de dos paquetes de tabaco negro nacional equivale al de ocho cartones de vino? Y, sin embargo, nadie se mete con los alcohólicos. Porqué será? Se ve que somos grandes productores de bebidas alcohólicas, menos de tabaco en rama. Mi mujer me ha dicho, --Aún tenía que costar mas caro, a ver si así lo dejas, que te estás gastando mi pensión en ese feo vicio. A continuación ha añadido, con esa calma informada que le caracteriza, --¿Sabes que los fumadores solo sois once millones y los no fumadores treinta y cinco?

Me ha pillado por sorpresa, pero he acertado a hilvanar un argumento irracional. También los directores de orquesta son una minoría, y a nadie se le ocurre legislar para protegernos de los malos ejecutantes.

Es un hecho que la personalidad adictiva existe, unos se aficionan al tabaco, otros al alcohol, otros a la ludopatía, los menos a los sujetadores XXL, pero no creo que las leyes represivas resuelvan eso. Lo tenemos que resolver los propios adictos, si queremos o podemos.

Yo lo intenté con una sicóloga y solo conseguí cambiar de marca. Ahora me han dicho lo del láser en la oreja, --¿En la oreja de quién?. En todo caso, eso es una cuestión de cada uno, pero si se quiere tratar como un problema sanitario, que se aumenten los medios para solucionario por la vía pacífica y voluntaria, no la represiva y excluyente, pues somos una minoría sí, pero pagamos mas impuestos que la mayoría. Y si los gastos sanitarios que ocasionan los fumadores son mayores que los impuestos que pagan, que lo miren, no vaya a ser que se deba a la privatización de las resonancias y esas cosas.

Esto lo digo, porque he bajado al Maravillas,hoy está cerrado, me he acercado al bar de los locos, y ...
(...)
El bar estaba inusualmente limpio de humo y no había un puto cenicero sobre la barra, así que he preguntado, --¿Ha entrado en vigor la Ley seca?--No me atrevía a decírselo, pero ya no se puede fumar aquí, ha contestado la chica que sirve en la barra.

Como había entrado con un cigarrillo encendido en los labios, porque en este local siempre han hecho caso omiso del cumplimiento de las leyes, hasta el punto de que, desde siempre, la máquina de tabaco está activada, sin necesidad de darle al mando, a pesar de las fuertes sanciones que lo castigan, he abierto la puerta y he lanzado el cigarrillo encendido a la calle. Afortundamente, no pasaba nadie en ese momento por la acera.

Y es que una parte de los fumadores somos maleducados, un peligro social, aunque en mi descargo he de decir que jamas he fumado en los restaurantes, aunque estuviera permitido.

En los bares si, porque hasta hoy eran el último reducto de la transgresión impune, una práctica sanadora en un clima de leyes para que las cumplan otros, no los que las promulgan, que están por encima del bien y del mal, por eso existen las Sicav, las sociedades patrimoniales para que los ricos no paguen impuestos, y el radical de extrema derecha, Aznar, cuando gobernó eliminó el Impuesto sobre Actividades Económicas, la principal fuente de recursos de los ayuntamientos, que ahora están en la ruína. Esto no tiene nada que ver con el tabaco, es verdad, pero de algún modo ha de desahogarse uno.

He salido del bar algo irritado, lo confieso, después de tomar un café con leche, en dirección a una antigua franquicia de Valiente, que ahora se llama de otro modo, con la esperanza de que hubieran aplazado la aplicacion de la ley, o fueran mas transgresores, pero no solo no dejaban fumar, sino que la máquina de tabaco la activan solo cada vez que alguien lo solicita.

El ambiente en este café, usualmente el mas cargado del barrio en los días festivos, estaba limpio de humo. Quien atendía la barra estaba pensando en voz alta en comprar una máquina de falso humo de tabaco, porque el local ahora había perdido uno de sus signos distintivos.

Al salir, depués de sacar de la máquina un paquete de Ducados negro, que es la marca que fumo desde que abandoné el rubio gracias a la psicóloga, una mujer fumaba tranquilamente un cigarrillo en la terraza instalada sobre la acera de la cafetería.

Aleluya. He aquí que todavía quedan espacios libres para fumar. No se si es legal o no fumar en las terrazas de los bares, pero intuyo que, dado que el clima de Heliópolis es mas beningo que el de la Meseta, y las terrazas de los bares suelen ser habitables nueve meses al año, va a ser verdad que el AVE se va a llenar de madrileños que nos van a visitar a menudo, aumentando nuestro PIB, no por el sol y la playa, sino por las magníficas terrazas, dispuestas casi todo el año, que nos permiten la libertad personal de practicar nuestros vicios sin molestar a nadie.

No olviden que somos maleducados, estúpidos, adictos enganchados a una mala práctica con daños sanitarios, pero todavía somos once millones, podemos ocupar las terrazas, y quizás deberíamos ocupar los parlamentos, esos lugares donde algunos hacen leyes que ellos no cumplen, y donde observan, indiferentes, el incumplimiento de otras, por ejemplo las leyes fiscales, que tiene unos daños para nuestra salud económica, mucho mas dramáticos que el tabaquismo.

En fin. Terrazas.

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LOHENGRIN (CIBERLOHENGRINM.COM) 2-01-11.

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